50 | ¿Has pensado en dejar el periodismo?
¡Llegamos al boletín 50! Y cumplimos un año desde nuestra primera entrega, en la les hablábamos de este espacio para tener un tono más íntimo y personal con nuestrxs lectorxs.
Por Óscar Parra Castellanos, director de Rutas del Conflicto.
Es una pregunta recurrente en las conversaciones con todo tipo de colegas: con jóvenes periodistas, con viejos reporteros y editores, con quienes trabajan en redacciones de medios tradicionales, con quienes intentaron emprender con un medio propio.
La pregunta surge, evidentemente, por las complejas condiciones con las que la mayoría ejerce el oficio: malos sueldos, acoso laboral, jornadas de trabajo extenuantes falta de modelos de negocio para sacar a flote los proyectos propios. He escuchado a tantos colegas quejarse una y otra vez, imaginarse futuros cercanos dedicándose a otra cosa y, así, tener más tiempo para ‘vivir’.
Un estudio, realizado por el profesor Diego García y la periodista Paulina Morales dentro del Programa de Periodismo de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario (del que Rutas del Conflicto hace parte), indagó con 277 periodistas en Colombia por información relacionada con su situación laboral. Casi la mitad de los encuestados (137) respondió que dejaría el periodismo para ejercer otro campo profesional si pudiera hacerlo.
Se realizó una encuesta a periodistas que respondieron desde casi todos los departamentos del país (excepto Guainía), con diferentes niveles de experiencia y varios tipos de medios de comunicación. La investigación completa, que también midió otras variables como el salario, la experiencia y las fuentes alternativas de ingreso, será publicada en los próximos meses y que les contaremos también en el Boletín de La Liga.
Un dato relevante sobre quienes han pensado en la posibilidad de dejar el periodismo es el tiempo que lleva ejerciéndolo: 32 periodistas con más de 21 años de experiencia lo habían contemplado, una cifra muy similar a la de quienes tienen apenas entre uno y cinco años de experiencia: 34 reporteros.
Conozco casos muy cercanos de periodistas con varios años en el oficio que no aguantaron más y buscaron nuevos rumbos. Se convirtieron en jefes de prensa, asesores de comunicaciones, docentes de universidades de tiempo completo sin volver a ejercer, inclusive una brillante colega ahora es una maestra de yoga.
Otros compañeros —jóvenes talentosos— salieron muy rápido del gremio, en busca de un lugar que les entregara una mejor retribución económica y una mejor calidad de vida. La investigación de la Universidad del Rosario muestra que el 26 % de los encuestados gana menos de dos millones de pesos mensuales, e inclusive, el 12 % señaló que recibe menos de un salario mínimo.
Yo mismo lo he pensado, pero me cuesta tomar esa decisión porque ha sido mi vocación toda la vida. Al igual que muchos otros, he buscado maneras alternativas para enfrentar la inestabilidad financiera del oficio, más cuando se tiene un medio propio, como el que dirijo. También he trabajado con mis compañeros para tener unos mínimos básicos que mantengan la dignidad que todo trabajo debe tener, que nos recuerden que somos seres humanos antes que periodistas.
Este amor a lo que hacemos no puede seguir justificando las condiciones laborales a las que estamos sometidos. Creo que deberíamos apoyarnos en las mismas redes que hemos construido para hacer mejor periodismo, pero también para llegar a consensos sobre unas condiciones laborales mínimas. Es urgente construir modelos de negocio que ofrezcan los recursos suficientes para garantizar una remuneración justa para un trabajo que puede ser hermoso, pero muy agobiante.
De nada sirven los consejos para que periodistas lleven una vida personal más sana, si no garantizamos que tengamos suficientes recursos para tener salarios y jornadas laborales decentes. Tampoco sirven si el maltrato laboral se sigue reproduciendo por generaciones de periodistas empecinados en alimentar su ego con discursos llenos de una obsesión por la perfección y por las grandes audiencias a costa de gente que pierde su salud y su familia.
Lo peor de todo es que el gremio parece no darse cuenta de que este camino nos está llevando a la extinción del periodismo como lo conocemos. Y esto es grave, porque una sociedad que busque respetar los valores democráticos necesita de reporteros rigurosos, de investigadores que le cuenten a la gente más allá de lo que ven en sus propias burbujas, cada vez más llenas de prejuicios.
Apostar por lo colaborativo, abrir espacios para hablar de estos temas, juntarnos para encontrar salidas son opciones. ¿Lo podemos hacer?
En esto seguimos pensando
¡Llegamos al boletín 50! Y coincidencialmente cumplimos un año desde nuestra primera entrega, en la que, con mucha emoción, les hablábamos de este espacio que sería uno nuevo en el que le daríamos cabida a periodistas y medios aliados de La Liga para tener un tono más íntimo y personal con nuestrxs lectorxs. Llevamos un año pensando cada semana qué es lo que les vamos a contar y no podemos evitar seguir pensando en algunos editoriales que nos van a seguir dando de qué hablar. Aquí se los recuerdo y celebramos el tiempo que llevan aquí. ¡Gracias!
¿Tú todavía lees noticias?
La semana pasada El País publicó esta nota en la que datos del Instituto Reuters muestran cómo el desinterés por las noticias alcanzó un récord histórico global. En agosto del año pasado, Jeanneth Valdivieso, nuestra coordinadora editorial habló aquí sobre cómo los medios independientes están haciendo grandes esfuerzos para seguir llamando la atención de sus audiencias al contar historias en diferentes formatos. Las personas están dejando de leer periodismo y todavía cabe la pregunta sobre cómo asumir el reto de transmitir información en medio del mar de contenidos que existe en el mundo digital.
Sigamos hablando de esto
El año pasado estuvimos en una charla sobre salud mental en la que junto a un grupo de periodistas hablamos de la salud mental en este oficio. Muchxs de lxs asistentes hablaron de cómo se sentían culpables si no dedicaban 14 o 15 horas diarias al trabajo y cómo desconectarse de las redes sociales se ha convertido en un reto enorme para las redacciones. Esa semana invitamos a Laila Abu Shihab, directora de Vorágine, a escribir el editorial del boletín en el que llamaba la atención sobre cómo la mayoría de las discusiones sobre salud mental surgían en espacios mayoritariamente femeninos. Además, habló de los límites a los que están llegando colegas a lxs que se les ha dificultado establecer una relación sana con el oficio periodístico.
Vayamos más allá
Colombia es uno de los países en los que ser periodista es un oficio peligroso, este año ya han muerto varios periodistas de forma violenta y en La Liga Contra el Silencio no nos cansaremos de recordarles el impacto de estas pérdidas. En abril, en esta entrega de El Boletín de La Liga, nuestro director Alejandro Gómez Dugand habla de la responsabilidad que tenemos de asumir este tipo de situaciones con una perspectiva mucho más profunda. El asesinato de un periodista afecta a su familia, pero también a la comunidad que pierde un eslabón en el tejido de comunicación de la zona. Y, claro, nos angustia que esto haya pasado, pero sobre todo vivir pensando cuándo volverá a pasar.
Nicoll Fonseca, gestora de redes.
Yo recomiendo: La Contratopedia Caribe
El Bogocentrismo muchas veces nos tiene viviendo en un burbuja y qué bueno es salir de ella. Y para acercarse a lo que pasa en ciudades como Barranquilla o Cartagena traigo esta recomendación: seguir el trabajo de La Contratopedia Caribe, un medio regional fundado en 2019, especializado en periodismo de investigación y de datos. Publican historias relacionadas con cómo se usa el dinero público, con indagar el poder regional y sus prácticas, y fomentar la rendición de cuentas. Y, ahí, en lo local hay muchos intereses sobre los que callan los poderosos o sobre los que nadie pregunta, y eso puede incomodar. Por eso creo necesario apoyarlos con la difusión de sus contenidos y con seguir su trabajo.
Justamente la semana pasada, la investigación “Bolívar se quedó sin PAE; nuevo contrato comienza a mediados de julio” molestó a la Gobernación de Bolívar, acostumbrada a tener buena prensa y poco cubrimiento contrapoder. El gobernador
Yamil Arana salió, incluso, a acusar a La Contratopedia de mentir. Por eso les pregunté a los cofundadores del medio, Tatiana Velásquez Archibold y Antonio Canchila García, qué les dejó este episodio incómodo y les pedí que nos recomienden tres trabajos relevantes. Esto me dijeron:
1. Hacer periodismo que solo amplifica voces oficiales no es una opción, menos cuando son muchos los asuntos por investigar y pocas las manos para abordar las historias.
2. Aunque ser señalados de mentirosos o desinformadores no es un escenario fácil de afrontar, consideramos que documentar las agresiones y divulgarlas es en sí misma una medida de protección en ambientes hostiles o pocos dados al disenso argumentado. Y es también una manera de evidenciar a funcionarios que llegan a ser intolerantes con la labor de la prensa.
3. Este episodio además nos reforzó que debemos ser cautos con los aplausos que recibimos de las audiencias, porque quienes en determinado momento nos celebran nos pueden deslegitimar después cuando las historias involucran a personas de su círculo o no confirman sus sesgos.
4. Y este episodio nos deja también como enseñanza que es cada vez más necesario ponerles el foco a los contratos públicos locales, que no tienen suficiente cubrimiento y sólo son revisados en medio de coyunturas de denuncias o cuando hay un anuncio de la voz oficial.
Y, acá, pueden algunos trabajos anteriores: la investigación sobre cómo Alejandro Char, alcalde de Barranquilla, estrenó la megacontratación de su tercer gobierno con una de sus empresas consentidas; la nota sobre la gestión de la exgobernadora del Atlántico, Elsa Noguera, que por obras atrasadas y otros líos empañó la imagen del charismo; y la historia de la adjudicación de una obra a dedo de la Empresa de Desarrollo Urbano de Bolívar (Edurbe) a una empresa de un exsecretario del exgobernador Dumek Turbay.
La Contratopedia tiene un programa de membresías. Si te quieres sumar puedes hacerlo aquí.
Jeanneth Valdivieso Mancero, coordinadora periodística y editora en La Liga.
A usted, que llegó hasta acá… cuatro mini posdatas
Primera posdata: Hace 50 correos
Con el permiso que me da eso de tener en las manos un número cerrado (par, múltiplo de 5, y mitad de la centena, que son los que más nos privan) diré que es una locura cómo pasa el tiempo. Que parece ayer cuando, en la primera entrega del Boletín de La Liga, escribí esto:
“Son los mejores tiempos para empezar este boletín, son los peores tiempos para empezar este boletín”.
Porque dijimos —en el equipo de La Liga, durante una reunión en mi casa donde hacemos las jornadas de planeación y comemos muchas empanadas con café—, que queríamos que este fuera un espacio radicalmente diferente al resto de nuestros canales. Que tendríamos otro tono, más íntimo y personal (algo mal visto entre periodistas, como si unx veganx pidiera tocineta y queso en su Big Mac).
Dijimos también: “Ah, y que el boletín sea un espacio para poder hablar de temas un poco más positivos, más ligeros”: un espacio para devolver un poco de toda la buena onda que recibimos de ustedes. Porque la vida no es sólo temas llenos de espinas que cubrimos en nuestra alianza, pues de lo otro también hay que hablar.
Pero no hice caso: voy a inaugurar este espacio hablando de cómo ahora el periodismo habita entre gritos.
Se cumplen pues 50 boletines en los que Jeanneth, Nicoll y yo poco o nada de caso le hemos hecho a lo que prometimos en esa reunión. Son 50 de los que, no lo vamos a negar, hemos sufrido al menos 48. Que los hemos terminado tarde, que nos ha costado sacarle el rato entre las mil ocupaciones de la semana.
Qué ganas de hacer 50 más.
Segunda posdata: El otro periodismo
Hemos dedicado más de uno de los 50 Boletines de La Liga a hablar del buen periodismo, del que admiramos, del que nos gusta consumir y hacer. ¿Pero y el otro periodismo? Empiecen por el video. No tiene pierde. Se van a divertir: se los prometo.
Y quisiera dedicarme horas a hablar de joyas como “La historia no es la misma para las nerviosxs” o de la rata la que le censuran la cara (¿para proteger su identidad?).
Podría también hacer clases enteras sobre la manera en la que la reportera hace preguntas dobles para hacer que la gente diga lo que ella necesita: una primera tipo “¿le da asco?” y otra segunda —plagada de fatalismo no informado— como “¿No cree que esto puede ser un problema de salud pública para toda la ciudad?”. O escribir y escribir sobre el momento en el que, según la reportera, las ratas más viejas (¿les pidieron la cédula, se identificaron elles como tales?), salen de sus madrigueras “para atacar al equipo de grabación”.
La nota es alucinante. Cuando trato de describirla, la realidad es que quedo en un bloqueo como el del señor de la nota que, anonadado por las ratas o por las preguntas de la reportera, solo le queda decir un: “Uy, juemaca”.
Pero quiero decir que, a pesar de su coqueteo con el fake y lo directamente irresponsable, hay algo en el fondo de la nota que me gusta, y es la celebración de la mirada honesta y humana dentro del periodismo: la historia que no es la misma para los nerviosos. Me gusta, digo, la falta de pudor, que en el periodismo latinoamericano nos llegó tan tarde, tan por vía anglo y anglicana, tan por maestrías en Columbia y admiraciones innecesarias por el Newyorker y el Times. Nuestro periodismo latam, nuestro periodismo sudaka, nunca se caracterizó por su pudor sino, más bien, por su mirada a lo real. Y pienso en Ximénez y en Don Upo, en Lemebel y en Alarcón, en Walsh y en Rubem Braga.
Que a veces pienso que nuestro periodismo, que tan serio y tan maduro, se le olvida que en lo popular hay también un lugar efervescente de historias, tonos y registros de nuestras sociedades.
Tercera posdata: Lxs Danielxs
Justo cuando cerrábamos este Boletín, el domingo, 070 publicó esta columna del escritor Giuseppe Caputo: una respuesta a otra que escribió Daniel Samper Pizano en LosDanieles criticando el uso que hizo Caputo del lenguaje inclusivo en una comunicación laboral. No hago más spoilers: éntrenle que no tiene presa mala.
Cuarta posdata: un copipáste
En esa primera entrega del Boletín dejé esta posdata, que hoy sirve perfecta en copy paste, y sin cambiar una sola palabra:
“[PD: También dijimos, en esa reunión en la que hubo muchas empanadas y café, que trataríamos de hacer que estos editoriales, este espacio que queda inaugurado hoy y que nos turnaremos entre el resto del equipo y con miembrxs de los medios aliados de La Liga, serían cortos. Lo siento, tampoco hice caso. #SorryNotSorry]”
Alejandro Gómez Dugand, director.