93 | Fashion victims: migrantes convertidxs en moda de Ricardo Pava
Un desfile de alta costura que convierte la migración en espectáculo. Ricardo Pava lanza Nuda Vida y convierte el dolor del Darién en “prendas únicas”. ¿Moda o apropiación?
Por Alejandro Gómez Dugand, director de La Liga
Los veo. Frente al moodboard. En algún edificio alto, cubículos de vidrio, aire acondicionado. Los imagino porque personas como ellxs, que deberían entender el poder de las imágenes porque viven de producirlas, me han convencido de que así es un estudio de moda.
—Dame desgaste. Dame funcionalidad.
(“Funcionalidad”, dicen)
—Dame sofisticación.
Y los veo diciendo sí, sí y ajá, ajá: los veo dando aplausitos con la punta de los dedos de la mano estrellándose (funcionales y sofisticados) sobre la palma de la otra. Los imagino levantando sus macchiatos de leche de almendras como si brindaran por el nuevo concepto.
Dame tafetán con manchas de barro
Dame tul azul trágico
Dame catwalk migratorio
¡Flash!
La tragedia de la migración por el infierno que es el Darién convertida en moodboard: “imagino algo muy oversized”, “colores muy tierra, muy azul Necoclí, todo muy orgánico”. El lodo de la selva convertido en textura de una colección de moda.
Los imagino mirándose entre ellxs, celebrándose, satisfechxs de la idea: “qué políticos somos”, les imagino diciendo, “qué bien lo que conseguimos”. Y se señalan con sus deditos flaquitos —esos que gente como ellxs me ha obligado a imaginar que gente como ellxs tienen— creyendo que harán un gran comentario político, cuando lo que realmente tienen es un desfile de explotación grotesca a punto de estrenarse esta semana en el Bogotá Fashion Week.
Parece absurdo pero es, en realidad, Nuda Vida: la nueva colección del diseñador colombiano Ricardo Pava. La colección nace, dice, “como una reflexión sobre la migración, un fenómeno constante en nuestra cotidianidad, pero muchas veces ignorado por la sociedad”.
Ignorado, dice.
Reflexión, dice.
¡Flash!
Desde que Karen —que tampoco se aguantó las ganas de escribir más sobre este tema más abajo en este Boletín—, nos habló de esta colección no hemos podido dejar de pensar en esto.
La página, tan confusa como la idea misma de Nuda Vida, va de un lado a otro, como una pasarela, tratando de dar contexto y lanzando cifras incompletas. Habla, por ejemplo, de 1 800 personas que atravesaron el Darién en 2024, cuando en realidad fueron más de 400 mil. Presenta datos vacíos, reflexiones huecas sobre el dolor de los migrantes y luego pasa a fotos de los diseños que saldrán este miércoles a pasarela y muestra una paleta de colores que raya en el cinismo: el “terra”(que ilustran con la foto de una mujer y un niño embarrados), el “azul Necoclí” y otros tonos que, para una industria que presume de buen gusto, parecen un chiste de borrachxs.
Cada cosa nueva que dice Pava y su equipo hunde más a Nuda Vida en el barro que intenta convertir en eso que ellxs llaman alta costura. “NUDA VIDA presenta las prendas como el único refugio, donde el acto de vestir se transforma en una expresión íntima que revela la vulnerabilidad frente a la pérdida de identidad”.
Llamar a sus “prendas” de élite refugio cuando se habla de personas sin hogar. Hablar de “pérdida de identidad” cuando se habla de personas que lo dejaron todo atrás. ¡Flash!
Hablamos del Darién, “Un cementerio sin dolientes”, como lo describió José Guarnizo en este reportaje de Vorágine —tan vital como doloroso— de 2023. Hablamos de ese lugar de la tierra (en la frontera con Panamá) bajo el dominio de grupos como el Clan del Golfo que año a año atraviesan miles de personas haitianas, venezolanas, colombianas, chinas, ecuatorianas. “En uno de los trayectos”, escribe Guarnizo, “Nidia también se topó con un cadáver. Era el cuerpo de un niño de unos tres o cuatro años que estaba al otro costado de una quebrada, junto a una roca. Por el estado descomposición en el que se encontraba, es posible que llevara varios días allí”. Es de eso, de esos cuerpos, de los que hablamos.
Y ahí, cuando uno espera leer cómo Pava y su equipo trabajaron con personas migrantes, o cómo lo recaudado generará cambios reales, no hay nada. Solo promesas vagas sobre “estar buscando alianzas” y frases que parecen redactadas por una IA: “Prendas versátiles que permiten la expresión libre de identidad.” “Slow fashion que prioriza la calidad sobre la producción masiva.” Más adelante Pava dice que su colección “invita a recordar que quienes optan por la migración ilegal lo hacen desde la esperanza…”.
Optan, dicen.
Migración ilegal, dicen.
¡Flash!
En lugar de trabajar con las personas a las que pretende homenajear, Pava, por descuido o por ignorancia, utiliza términos revictimizantes al hablar de “migración ilegal” como si fuera una opción.
El sufrimiento de quienes se ven obligados a cruzar el Darién hecho una paleta de colores insensible y acrítica. “Prendas únicas” que no homenajea a lxs migrantes sino que se entallan en esos cuerpos hegemónicos —tan blancos, tan delgados— que la industria de la moda nos convenció de que eran los únicos dignos del deseo y de ser llamados bellos.
Y es problemático, y debería importarnos. Esto va más allá de la discusión sobre si la moda —una industria que contamina, explota trabajo forzado infantil en países del sur global, perpetúa ideales dañinos de belleza y produce artículos de lujo para pocos— puede ser un mecanismo político. No estamos hablando de la moda en general, y no pretendo desconocer los momentos en los que vestir de una manera u otra sí puede ser un acto político. Pero acá estamos hablando de esta colección en particular, que aparece en este momento, en medio de una crisis migratoria sin precedentes, donde gobiernos de ultraderecha en Estados Unidos y Europa están deportando sin más criterios que el racismo. Y un diseñador como Pava, en medio de todo esto, no se da cuenta de la crueldad de su propuesta. Todo con el apoyo del Bogotá Fashion Week.
Cuesta creer que esto siga pasando. Cuesta imaginar a Pava y su equipo frente al moodboard, macchiatos en mano, convencidxs de que están haciendo algo importante. Cuesta pensar en quienes compraron las telas, en quienes bautizaron el azul como “Necoclí”, en quienes eligieron la foto de una mujer y un niño embarradxs para representar el color terra. Cuesta pensar en el equipo del Bogotá Fashion Week diciendo “qué bien lo de Pava, démosle una pasarela”. Cuesta imaginar a la gente que asistirá, que aplaudirá, que se sentirá bien consigo mismx y volverá a casa pensando que hizo algo por el mundo. Cuesta aceptar que aún no nos demos cuenta de que el mundo ocurre fuera de nuestro propio cinismo.
Porque en medio del delirio en el que creemos que la pop-política es política, nos metemos en la locura de pensar que un evento organizado en el MET para las élites y desde las élites tiene algún tipo de relevancia social para quienes realmente están jodidxs. Y creemos que apoyar por medio de imágenes creadas con inteligencia artificial a una cadena que vende pollos fritos y comida chatarra es activismo.
Nuda Vida se lanza este miércoles, ante los ojos cómplices de demasiada gente que no entendió lo que estaba pasando. Es absurdo. No debería ser: las personas migrantes no son accesorios.
Dame boicot.
Dame escrache.
¡Flash!
Cómo sí ayudar…
Ilustración: Ana Sophia Ocampo para La Liga Contra el Silencio.
Por Karen Pedraza, administradora de La Liga
Si estás buscando formas de apoyar a las personas migrantes en Colombia, estas organizaciones ofrecen ayuda concreta: asistencia legal, educación, acompañamiento psicológico y más. Aquí te contamos cómo contactarlas y colaborar.
La Fundación Juntos Se Puede: una mano amiga para los migrantes en Colombia
Desde su creación en Bogotá en 2019, la Fundación Juntos Se Puede se ha consolidado como un actor clave en la atención e integración de migrantes, refugiados y retornados, especialmente de origen venezolano. A través de programas como el Modelo 360 de Atención al Migrante y Juntos Somos Más Fuertes, esta organización sin ánimo de lucro brinda acceso a servicios fundamentales como salud, educación, orientación jurídica, acompañamiento psicológico y apoyo al emprendimiento. Su labor no solo transforma vidas, sino que también fortalece la cohesión social entre comunidades migrantes y colombianas, promoviendo una integración digna y sostenible. La Fundación invita a quienes necesiten apoyo o deseen colaborar a contactarlos en su sede ubicada en la Calle 104 #54-31, Bogotá, al número +57 322 514 2181, o a través de su sitio web oficial.
Sisma Mujer: una voz feminista que protege y empodera a las mujeres migrantes
En medio del creciente flujo migratorio en Colombia, las mujeres migrantes —en su mayoría provenientes de Venezuela— enfrentan barreras complejas como la xenofobia, la desigualdad económica y la violencia basada en género. La Corporación Sisma Mujer, una organización feminista con más de 25 años de trabajo en derechos humanos, ha asumido un rol fundamental en la defensa y el acompañamiento de estas mujeres. A través de encuentros comunitarios, metodologías participativas y acciones de incidencia política, Sisma visibiliza las realidades de quienes, al migrar, quedan muchas veces al margen de los sistemas de protección. Su labor es vital porque garantiza que las mujeres migrantes no solo sean escuchadas, sino también protegidas y empoderadas para reclamar sus derechos. Para conocer más o apoyar esta causa, puedes visitar su sitio web www.sismamujer.org, escribir al correo info@sismamujer.org o seguirlas en Instagram como @sismamujer.
Fundación renacer: protegiendo la infancia
La Fundación Renacer trabaja en la prevención y atención de la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes, incluyendo a la población migrante. A través de programas de acompañamiento, prevención y capacitación, apoyan especialmente a niños migrantes en zonas de frontera como Cúcuta, ofreciendo protección integral y fortaleciendo redes comunitarias para garantizar sus derechos.
Para apoyar o contactar a la Fundación Renacer, puedes llamar al (+57) 601 2200700 o escribir al correo comunicaciones@fundacionrenacer.org.
IMPORTANTE
Si usted es migrante y necesita acceder a servicios como atención en salud, educación o asesoría legal, puede consultar los puntos de atención disponibles en Colombia a través del Observatorio Nacional de Migración y Salud. Toda la información está disponible aca.
La moda no es ni muy muy ni tan tan, ¿o sí?
Por Natalia Márquez Reyes, social media jr.
Llevamos casi un mes hablando de moda en la oficina de vez en cuando, y ahora tengo más preguntas que respuestas sobre un tema del que pensaba tener una opinión formada. Yo creía que la moda no era “ni muy muy ni tan tan”: ni tan lejana de lo que somos, porque nos ayuda a construir identidad, ni tan fundamental en el ámbito político como para generar transformaciones por sí sola.
Pero ahora me pregunto si esas afirmaciones no son demasiado definitivas para un fenómeno que se cruza con algo tan potente como la identidad y tan restrictivo como los sistemas de poder.
Les comparto dos textos para pensar juntxs nuestra relación con algo tan cotidiano y cercano como la ropa, ese vehículo de expresión que, literalmente, llevamos sobre la piel.
Para leer cuando te sientas Bichota sin salir del bloque
En esta entrevista realizada por Mutante, el investigador cultural Edward Salazar analiza cómo Karol G se comunica con las clases populares y habla sobre ellas a través de su estética. Desde su acento hasta sus faldas, que, aunque no provienen de San Andresito, buscan distanciarse de las expectativas elitistas de la moda, la “bichota” proyecta la idea de que la moda popular es un espacio cargado de posibilidades creativas.
Para leer cuando quieras pensar en el mundo desde lo que llevas puesto
“La moda es síntoma del mundo”, afirma este texto de Cerosetenta. A través de ejemplos históricos y actuales, explora cómo la ropa ha sido usada para definir visualmente identidades, diagnosticar malestares sociales y, a veces, resistir frente a ellos. Esta lectura me hizo cuestionar cómo miramos el mundo y cómo nos miramos a nosotrxs mismxs en él, y hasta qué punto la moda realmente puede llegar a capturar -o no- esa complejidad.
Yo recomiendo… desafiar el relato desde dentro
Luna Robayo, practicante y productora de Bulla
Como todas, absolutamente todas las actividades humanas, la ropa que ponemos sobre nuestro cuerpo también es un relato. Yo recomiendo estos dos recursos para asomarse tras el glamour y las apariencias insulsas que se han robado el protagonismo en el mundo de la moda.
Este libro fue la inspiración para la exposición del Instituto de Trajes del Museo Metropolitano (y también para la famosa Gala del Met). Trata sobre el impacto inmenso de la moda como vehículo para la expresión personal durante la diáspora africana. Esclavos de la moda: El dandismo negro y la expresión de la identidad en la diáspora africana
Este video detalla los actos de rebeldía que Miuccia Prada (ese Prada) ocultó a plena vista para denunciar el fascismo italiano.
A usted que llegó hasta acá… Migrante Chic: la dignidad como concepto creativo
Karen Pedraza, administradora de La Liga
¿Qué ocurre cuando las huellas del hambre, el cansancio y el desplazamiento son reinterpretadas como lenguaje creativo? ¿Qué implica que las bolsas plásticas con las que alguien cargó su vida cruzando una frontera sean “fuente de inspiración” en una pasarela como símbolo de “conciencia social”?
El nombre de la colección parece provenir del concepto nuda vida, formulado por el filósofo Giorgio Agamben, que alude a una existencia despojada de derechos: vidas que, aunque biológicamente presentes, han sido excluidas del marco legal y político que garantiza protección y dignidad. Asociar esta categoría a una propuesta de moda que estetiza las condiciones extremas de quienes migran, sin su participación ni mecanismos de reparación simbólica o material plantea preguntas éticas serias: ¿Qué límites deberían existir cuando el dolor ajeno se convierte en insumo creativo?
Las imágenes que acompañan la colección, o al menos lo que muestra su página web, remiten directamente al tránsito migratorio forzado: prendas rotas, materiales envejecidos, estilismos inspirados en personas que cruzan selvas, rutas informales o puntos fronterizos sin garantías. La propuesta recurre a representaciones visuales de la exclusión y el abandono, reinterpretadas bajo la lógica del diseño conceptual, el slow fashion y la estética de género neutral. La paleta cromática elegida “azul Necoclí” y “terra” alude explícitamente a territorios clave en las rutas migratorias. Lo que para miles ha sido barro, espera, encierro y tránsito incierto, aquí se convierte en color tendencia.
Desde un enfoque de derechos humanos, esta representación incurre en una omisión crítica, pues invisibiliza las causas estructurales que originan la migración forzada y convierte la precariedad en estética, la exclusión en narrativa de marca.
La moda puede ser una herramienta de denuncia. Puede incomodar, agitar, hacer memoria. Pero también puede reforzar lógicas de deshumanización cuando se disfraza de solidaridad la apropiación simbólica del dolor.
Mis ojos no pueden creer lo que están leyendo. Una absoluta ironía esta colección.
No es solo una inmensa falta de respeto por el dolor y desesperación de las personas que migran por el Darién arriesgando sus vidas, es un desconocimiento inhumano y atrevido, es un insulto a la dignidad en todas sus formas.