89 | Di su nombre
No fue solo un crimen. Fue un transfeminicidio sostenido por discursos de odio, silencio institucional y morbo digital. Escribimos sobre Sara Millerey, porque nombrarla es lo mínimo.
Di su nombre: Sara. Dilo, entero: Sara Millerey González Borja.
Dilo entero: como un mantra: Sara. La punta de la lengua busca el paladar superior para filtrar el aire —/s/ alveolar, fricativa, sorda—. La mandíbula cae para crear una a abierta, baja, central. Luego, una vibración suave: la /ɾ/, la lengua apenas roza los alveolos, un toque breve, un instante. Y de nuevo la mandíbula desciende, la lengua se aplana, la cavidad oral se expande al máximo. Dos consonantes. Dos vocales. Sara
Sara, su nombre era Sara y a pesar de la tortura, del ejercicio violento consciente y premeditado de las manos que rompen y hieren y asesinan, su nombre todavía existe. Así que digámoslo alto.
Di su nombre porque pronto van a empezar a preguntar en qué andaba, a decir que seguro se lo buscó, que esas cosas no pasan porque sí.
Dilo: Sara. Porque ya la alcaldía de Bello, Antioquia, —el lugar donde la mataron— dijo el otro nombre. El que nadie debió haber dicho para recordarla.
Nómbrala bien. Porque el odio, cuando se disfraza de ignorancia, es tan profundo que ni siquiera es capaz de llamar a las personas por su nombre.
Nómbrala, porque a pesar de que las cifras hablan de de frecuencia, de repetición, de una y otra y otra vez lo mismo, han empezado a decir que cómo puede ser posible. Que tan raro. Que tan absurdo.
Dilo: porque el periodismo —sí, nuestro periodismo— hace siempre lo mismo: nos indignamos un par de días, sacamos una nota, un video, una entrevista, y luego callamos. No volvemos. No actualizamos. No seguimos el caso. Nos volvemos parte del guión: ese que empieza con escándalo y termina en nada.
Dilo, ya, con urgencia. Porque las cifras de personas LGBTIQ+ asesinadas se engordan y ni eso nos permite entender que esto no es una excepción sino un guión predecible: violento, cruel y repetitivo.
Dilo, porque tal vez mientras lo haces, esto vuelva a ocurrir en algún lugar de Colombia. Dilo, de nuevo y con fuerza, porque en el afán de celebrar banderas y límites geográficos imaginarios se nos olvidará pronto que Antioquia es el lugar más peligroso del país para ser una persona cuir.
Y mientras este asesinato se repite —una, otra, y otra vez más— ya empezaron con lo de siempre. Ni machismo ni feminismo, sino “humanismo”.
Pene es pene. Vulva es vulva.
Y que así ha sido desde los años de Dios.
Dilo, porque en algún lugar unx juezx ha decidido no tipificar el asesinato de una persona a la que mataron por ser quien era.
Dilo.
Di su nombre para limpiarlo de la repetición del video de su muerte. Dilo frente a quienes la ponen en duda, frente a quienes hacen chistes. Dilo —Sara Millerey— y luego callen. Un minuto. Dos. Porque en la muerte de Sara también estamos nosotrxs.
Y ahora ni siquiera somos capaces de guardar uno que sea respetuoso. Nos escandaliza el cuerpo sin vida, pero no nos indigna la vida sin derechos que vino antes.
No fue solo un agresor. Fue un sistema entero el que sostuvo el crimen: las plataformas que permiten los insultos, los partidos que convierten el odio en discurso, los púlpitos que llaman pecado a existir, los medios que repiten el nombre equivocado sin corregirlo. Y no es teoría: justo estas semanas publicamos en La Liga Contra el Silencio una investigación que muestra cómo políticos, influencers y activistas religiosos se han aliado para construir narrativas desinformadoras y violentas contra personas LGBTIQ+. Desde el Congreso, desde los templos, desde los live de TikTok y los reels de Instagram, se alimenta el mismo mensaje: que sus vidas son ideología, que sus existencias son peligrosas. Y también quienes comparten el video, quienes publican memes, quienes se burlan, quienes dudan, quienes callan. En cambio, hacemos bulla. Ruido torpe, morboso. Y cuando pasa, nos aliviamos rápido: un story, un hashtag, un reel con música triste y ya.
Porque todo lo que intentamos es secuestrado por algoritmos, convertido en estadística, tragado por un sistema que nos supera. Y entonces, aunque nuestra intención sea justa y generosa, no alcanza. Porque el problema es estructural. Porque lo que falta no es más empatía, es más justicia. Porque lo que necesitamos no es solo visibilidad, sino transformaciones concretas, colectivas y profundas.
Dilo: Sara.
Di Sara porque es el único acto de respeto que podemos ofrecer después de su muerte y su tortura.
Dilo: es nuestra deuda con ella.
Dilo, aunque no la traiga de vuelta, aunque no repare sus huesos quebrados.
Dilo: porque su ausencia es nuestra culpa.
Di sus nombres: Sara Millerey,
Rosa Elvira Cely,
Yuliana Samboni,
Luz Mery Tristán,
Luciana Román,
Valentina Trespalacios,
Dilos porque la lista es larga y crece.
Crece con los días.
Alejandro Gómez Dugand, director de la Liga
Saliendo de casa y construyendo hogar
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En esta Semana Santa traigo una invitación a pensar en los caminos que recorremos y los lugares que habitamos —ya sea de manera permanente o transitoria—. Desde los espacios que levantamos en comunidad hasta esos destinos que visitamos buscando un respiro, un encuentro o simplemente una pausa. Aquí van tres recomendaciones: dos lecturas sobre el cuidado del territorio y la vida en colectivo, y una guía para viajar con propósito en estos días.
¡El ecosistema artístico de Cali resiste!
Desde el corazón de Cali, Casa Mangle se ha convertido en un refugio y una trinchera creativa. Este texto cuenta cómo un colectivo está desafiando las violencias con talleres, música y comunidad. En este artículo de Cerosetenta, Andrés Valencia, activista y abogado en formación, nos conduce por el entramado cultural de la ciudad.
Cuidar el hogar
En el sur del país, los pueblos indígenas siona e inga resisten el avance de las petroleras que amenazan su territorio sagrado y contaminan sus aguas. Para ellos, las fronteras no dividen la tierra ni el espíritu; su lucha es por la vida, el agua y la memoria. Una investigación profunda de Rutas del Conflicto.
¿Desparchado en Semana Santa?
Mutante preparó una guía con cuatro destinos colombianos donde puedes conectar con la memoria y los derechos humanos. Desde caminatas hasta museos. Échale un ojo.
Yo recomiendo… pelis para ver en Semana Santa
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La serie Adolescence ha despertado muchas preguntas: ¿cómo prevenir la violencia de género? ¿qué son los incels y la manósfera? ¿¡cómo así que los corazones de colores significan diferentes cosas!?... ¿y cómo hicieron para grabar cada capítulo en una sola toma continua?. Esto último se conoce en el cine como plano secuencia: un registro sin cortes a través de una sola cámara que usualmente se va desplazando por el espacio siguiendo a los personajes. Hacerlo requiere de una coreografía milimétrica entre cámara, actuación, sonido, escenografía e iluminación, ya que todo debe suceder en perfecta sincronía, sin margen para errores —o al menos con la destreza de improvisar cuando suceden—, y con una posibilidad limitada de corrección en postproducción. Por esto, hacer un largometraje en un solo plano secuencia, no solo es una proeza técnica, sino una forma poderosa de narrar. Como espectadores, nos volvemos parte del universo de los personajes, nos sumergimos en sus ritmos, vemos sus facetas cambiantes y sentimos el tedio, la angustia o la adrenalina de su presente.
Aprovechando la Semana Santa, recomiendo tres películas hechas en un solo plano secuencia:
La Soga (1948, Alfred Hitchcock)
Infaltable. Como película pionera en el uso del plano secuencia, La Soga es una puesta en escena de la perversión moral y la arrogancia intelectual de las élites. Ocurre durante una cena aparentemente ordinaria en la que, como espectadores, terminamos siendo cómplices de un crimen.
Trivia: Aunque simula un solo plano secuencia, Hitchcock tuvo que hacer cortes disimulados aproximadamente cada diez minutos porque los rollos de película solo permitían grabar durante ese tiempo
Boiling Point (2021, Philip Barantini)
Protagonizada por Stephen Graham, el padre de Jamie en Adolescence, Boiling Point nos sitúa en un popular restaurante londinense durante el servicio nocturno. Desde que la película empieza, se puede sentir la tensión constante de trabajar en una agitada cocina y la angustia por la infinidad de cosas que pueden salir mal. Spoiler: muchas cosas salen mal.
Trivia: A pesar de que se querían hacer ocho tomas completas, fue filmada en tan solo cuatro debido al COVID-19 . La versión que vemos es la tercera toma completa.Victoria (2015, Sebastian Schipper)
Esta película alemana inicia en una fiesta en la que una joven española conoce a un grupo de hombres con quienes decide seguir la noche. Lo que inicia como un simple coqueteo con uno de ellos, termina volviéndose mucho más comprometedor a medida que va amaneciendo. Recomiendo no ver trailers ni leer reseñas antes de ver esta peli.
Trivia: El guión tenía tan solo doce páginas porque la mayoría de los diálogos fueron improvisados.
*Bonus: el video musical de Wannabe (1996), el primer sencillo de las Spice Girls. Oro puro. Trivia: el video fue censurado en algunos lugares de Asia porque a Mel B, una de las Spice Girls, se le ven los pezones a través de su camiseta.