60 | La disputa política que las mujeres no vamos a perder
Un nuevo proyecto de ley busca asegurar la paridad de género en la política colombiana. Juliana Hernández de la Torre, de Artemisas, nos cuenta de la agotadora lucha por la igualdad.
Por Juliana Hernandez de la Torre, directora de Artemisas.
Son las 8:00 a.m. y estamos esperando en las puertas del Congreso como si estuviéramos en la fila para ver a Karol G en su próximo concierto.
Pero no.
La realidad es menos atrevida que hacer una fila, para cualquier cosa. Estamos esperando a que la policía grite nuestro nombre y nos entregue la cédula con un sticker, que no, no es un pase VIP: es la marquilla para que podamos entrar. Aún no entiendo si es para evitar que nos roben, como cuando se marcan las cosas con nombre, o para marcarnos como ganado y marcar la diferencia entre quienes trabajan en ese honorable recinto y quienes representamos a organizaciones, activistas y personas que vamos a exigirle a quienes hemos elegido que cumplan las promesas que nos han hecho.
¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo el sistema patriarcal haciendo que los hombres nos digan mentiras, nos dejen esperando, nos prometan que van a cambiar y vuelvan a la misma vaina? Y digo hombres, con masculinidades tóxicas, porque el 70 % de quienes ocupan curules en el Congreso los son. Por supuesto, no estoy afirmando que las mujeres no seamos garullas, retrecheras, abejas, bergajas , fuleras, guarichas baracunatas, cucharamís, como cantaría primero Lisandro Meza y luego Aterciopelados, pero seguimos siendo la minoría, en el Congreso. Las mujeres representamos el 52 % de la población de Colombia.
Llego tarde: últimamente llego tarde a todo. No. La verdad es que siempre he llegado tarde a todo en mi vida: a la tusa, al amor, en fin… llego tarde y tengo que subir cinco pisos para llegar a la oficina de la senadora María José Pizarro, quien radicó hace dos semanas un proyecto de ley para que en todas las listas que presenten los partidos políticos para las elecciones, 50 % de los lugares esté ocupado por mujeres.
El proyecto de ley busca que en listas cerradas –es decir en las que usted vota por un partido político que ha organizado previamente a quienes conforman las listas y que, en teoría, representa un colectivo político que comparte apuestas políticas—, ocupen un número de curules determinado de acuerdo al orden de conformación de la lista, que se asigna de acuerdo a una fórmula matemática que no entiende nadie.
Este proyecto de ley propone también, que las listas abiertas –en las que usted vota por una persona— estén conformadas por mujeres y hombres y que —espero lograr explicárselo bien—, después de realizada la votación, de no haberse logrado la igualdad entre la cantidad de hombres y mujeres electas, se aplicará lo siguiente:
1. Si quedan más hombres que mujeres elegidos se ordenarán los candidatos hombres de menor a mayor según su votación.
2. Se sacará al hombre con la menor cantidad de votos que haya sido elegido y se le dará su puesto a la mujer con la mayor cantidad de votos que no haya sido elegida, para así lograr la paridad de llegada, o sea, que no aplique solo en la conformación de listas, sino que quienes lleguen a ocupar espacios de toma de decisión sean mujeres…. Nuevamente.
Es que el problema de fondo en estos temas es de cálculo: de fórmulas matemáticas, de explicación del sistema electoral. Ya no es hora de seguir con debates que nos tienen desgastadas, no solo a esta generación, sino a todas las que hemos luchado por la igualdad. Son ya años intentando explicar de mil formas por qué debemos ocupar la mitad de cargos en espacios de toma de decisión. Las acciones afirmativas son fundamentales para que las mujeres puedan acceder a estos espacios.
A pesar de que hemos alcanzado un alto nivel educativo y enfrentamos la carga de una doble jornada laboral. En Colombia las mujeres dedican un número significativo de horas al trabajo de cuidado no remunerado, como cocinar y cuidar a los hijos, hijas, madres, padres, entre otros. Además, enfrentamos numerosos obstáculos adicionales, como la violencia política, que se manifiesta en ataques psicológicos, digitales, físicos, sexuales y económicos, entre otros. Es crucial contar con medidas que ayuden a eliminar gradualmente estas barreras.
¡Qué desgaste! Las mujeres y los feminismos hemos venido reflexionando y desarrollando estrategias y acciones sobre diversos temas cruciales: la crisis climática, la Mpox, el genocidio en Gaza, los 345 feminicidios reportados en el informe "Nos queremos vivas" del Observatorio Colombiano de Feminicidios (con corte a los primeros cinco meses de 2024), la guerra en Ucrania, la crisis migratoria, la presencia de grupos armados en Colombia, la desigualdad económica, el desempleo… La lista podría continuar, y aun así, seguimos enfrentando el tráfico insufrible de esta ciudad, luchando por comunicarnos en un país con serios problemas de conectividad, y esforzándonos para encontrar tiempo adicional para defender, juntas, la necesidad de que las mujeres ocupemos espacios de toma de decisiones, ya que no estamos debidamente representadas.
Nos dicen exageradas, vagas, perezosas, y no es exagerado exigir que sean nuestras voces las que hablen. Solo falta ver la medida que acaban de implementar los talibanes en Afganistán que prohíbe que se escuchen las voces de mujeres en espacios públicos y que se vean nuestras caras en la calle. Sí, no tenemos talibanes pero seamos sinceras: a muchos hombres dentro del Congreso les encantaría que esa medida aplicara en el recinto.
Este proyecto de ley, impulsado por la senadora María José Pizarro, debe ser aprobado. Pizarro ha sido víctima de violencia política en múltiples espacios. Esto le ocurre a muchas mujeres que deciden participar en política o ejercer poder y lo expresan abiertamente. En primer lugar, la Constitución Política de 1991 consagra los principios de paridad, universalidad y alternancia. Aunque sabemos que el cumplimiento de lo estipulado en la Constitución ha sido deficiente. En segundo lugar, todas las mujeres de Colombia necesitan garantías para poder participar en política. Aunque este proyecto de ley es una medida de reconocimiento y no ofrece garantías concretas como financiación, seguridad política o transformaciones democráticas, su aprobación es necesaria. Como mencionaron los comentarios en un video que lanzamos hace tres años en alianza con La Pulla! para promover la paridad en otro proyecto de ley, es crucial que podamos debatir sobre asuntos verdaderamente importantes, en lugar de seguir leyendo comentarios de hombres que nos acusan de falta de disciplina, preparación o mérito, mientras disfrutan de la comida que les preparó su madre durante las siete horas de trabajo no remunerado que las mujeres destinan al cuidado del hogar.
Me hubiera encantado escribir sin rabia, pero quisiera tener más tiempo para pensar con otras organizaciones, mujeres y medios de comunicación, cómo podemos contener la crisis que se está viviendo en el Darién por donde, según la Defensoría del Pueblo, 520 085 personas han atravesado esta ruta de forma irregular, estando expuestas a todo tipo de violencias, y no a tener que insistir y a seguir llegando tarde para exigir lo que nos corresponde: 50 % en espacios de toma de decisión.
Caldito de aliados en lunes
Yo sé que el día de caldo de costilla fue ayer, domingo, pero qué mejor que un caldo de investigaciones y contenidos de periodismo independiente para empezar el lunes con la información desayunada y digerida. Esta semana nuestros medios aliados publicaron sobre diferentes temas como las criptomonedas y su lugar en el discurso de la ultraderecha, del Presidente y la discusión sobre los que deberían considerarse símbolos nacionales, y el sospechoso apoyo que recibió el concejal caleño Andrés Escobar, el que salió en el paro nacional para financiarse.
Del cyberpunk a la política tradicional
Presidentes como Bukele, Milei y Bolsonaro hablan de las criptomonedas como parte de su discurso de libertad financiera en la ultraderecha. La historia del Bitcoin, que fue la primera criptomoneda, comienza en el 2009 y empieza siendo una idea anarquista.
Espera, ¿quééeéée?
Sí, de hecho hoy está más cerca al libertarismo, lo que no ha limitado a personajes como Nicolás Maduro e incluso, al gobierno cubano, de entrar en este mundo. En este link puedes sumarte a la conversación de Mutante en la que te cuentan más sobre las criptomonedas y cómo hablar del tema de manera informada.
Los que están detrás de la financiación del concejal caleño Andrés Escobar
Adivinen quién ha financiado al concejal Andrés Escobar, quien está acusado por salir a disparar contra manifestantes durante el paro nacional de 2021. Pues… ciertas empresas *cof cof* Riopaila Agrícola S.A y Castilla Agrícola S.A *cof cof*, donaron $5.923.354 y $6.355.219 respectivamente a la campaña del concejal por el Centro Democrático. Y pues claro que hay gato encerrado: resulta que Cuestión Pública publicó esta investigación en la que cuentan que la senadora María Fernanda Cabal es la cuñada de Rafael González Ulloa, uno de los integrantes de la junta directiva de ambas sociedades y ya hemos visto que ella ha apoyado al concejal públicamente. Pasas que cosan ¿no?
El presidente colombiano habla de paz, pero glorifica la lucha armada
¿Han visto que Petro ha empezado un debate sobre cuáles deberían ser los símbolos nacionales? Salió hace poco ondeando una bandera del M-19 y dijo que no era para tenerla debajo de los colchones. También exhibió el sombrero que el excandidato presidencial y ex comandante del M-19, Carlos Pizarro, llevaba puesto el día de su asesinato.
Claro que esto ha molestado a muchas víctimas del grupo armado al que el presidente perteneció y, en este texto, Cerosetenta explica cómo expresan que el discurso de Petro es contradictorio en tanto su gobierno adelanta negociaciones de paz con grupos armados ilegales activos.
Nicoll Fonseca, gestora de redes.
Un kiwi* reflexiona… sobre Colombia (se recomienda precaución)
[*N. del K.: Para quienes no lo sepan, ‘Kiwi’ es la manera en la que se refieren a las personas que nacimos en Nueva Zelanda. Y por si tampoco lo sabían, el Kiwi, un ave de 45 centímetros de alto, es el ave nacional de mi país.]
Esta semana hemos leído y escuchado mucho sobre la cultura afrolatina. El domingo, The Guardian publicó un artículo sobre una comunidad afrobrasileña anteriormente esclavizada que trabajó en una plantación de café, ha revitalizado sus espacios para incluir un museo y una escuela de jongo, una tradición de música, danza, espiritualidad y narración de historias.
El artículo dice: “Nuestro jongo es el mismo que fue durante la época de la plantación, y se ha transmitido de generación en generación”. Hoy en día, también ha asumido un nuevo papel: “Es un estandarte para nuestra lucha como personas negras… Ahora lo usamos para estar presentes en espacios como escuelas y universidades, para hablar sobre nuestras tradiciones nosotros mismos”.
Con reacciones mixtas en los medios, Meghan Markle y el príncipe Harry pasaron la semana recorriendo Colombia y celebrando la cultura afrocolombiana. Hicieron una visita especial a San Basilio de Palenque, en el departamento de Bolívar, que fue establecida como la primera ciudad africana libre en las Américas en 1619.
Y por otro lado, toda la semana mis amigos me han contado lo grandioso que fue el Festival Petronio en Cali. Cómo bailaron hasta que el sol apareció por el horizonte; o cómo tuvieron su primera ‘verdadera’ experiencia de la cultura afrocolombiana.
Un deleite para los fotorreporteros. El Petronio es un festival anual que celebra la música y la danza del Pacífico. Petronio Álvarez, quien nació en el puerto de Buenaventura, fue un compositor y cantante de música afrocolombiana.
En casa de Alejandro el jueves, mientras comíamos un delicioso plato de lentejas, hablamos sobre cómo no aprendimos mucho sobre las culturas de los demás cuando crecíamos. Nicoll bromeó diciendo “si tuviera que nombrar cinco cosas sobre Nueva Zelanda, solo nombraría cinco cosas sobre ti”. Todos parecemos saber mucho sobre los Estados Unidos y Europa, pero poco sobre el resto de países.
¿Y qué pasa con la cultura afrocolombiana? ¿Los rolos de ciudad, que no aprenden mucho sobre Nueva Zelanda (a 12 000 km de distancia), aprenden y experimentan la cultura afrocolombiana que existe, en cierta medida, a su puerta?
Parece que mucho menos de lo que uno quisiera pensar.
Me han dicho que el porcentaje de afrocolombianos en la población total es discutido, y que entre el 10 % y el 20 % de los colombianos son de ascendencia africana. A pesar de eso, es uno de los más altos en toda América Latina, y casi un millón están aquí en la capital. Sin embargo, según mis conversaciones esta semana, parece que la mayoría de las personas sienten que necesitan ir a la costa, o mejor aún, al Petronio, para disfrutar de la cultura afrocolombiana.
¿Podría ser que los colombianos de ascendencia no afro conozcan más sobre Estados Unidos que sobre su propia cultura afrocolombiana?
Quizás la COP16 pueda ayudar. Como Lisbeth Fog Corradine escribió en este Boletín la semana pasada sobre la inmensa biodiversidad y su papel en el COP16, yo también estoy ansioso por ver brillar la cultura afrocolombiana en Cali en octubre. Espero que los periodistas locales e internacionales nos hagan el favor de compartirlo con nosotros.
Timothy O’Farrell, redacción La Liga Contra el Silencio.
Yo recomiendo… la que ojalá sea la más reciente y no la última temporada de Womansplaning
Empiezo con una advertencia: no tengo una relación cualquiera con el podcast Womansplaning. El podcast nació, de hecho, en el sofá de la casa en la que mi amiga Gloria Esquivel y yo compartimos durante cinco años. “Quiero hacer un podcast”, me dijo. “De una”, creo que le respondí. Entonces recién empezábamos a armar 070 Podcast cuando aún trabaja en ese medio, y Womansplaning nació como uno de los shows fundadores en una época (qué raro pensar en esa época) donde no todo el mundo tenía un podcast.
Siete años después, acá estamos: al cierre de la séptima temporada, pero con una diferencia importante. Womansplaning cierra esta temporada con serias incertidumbres sobre su financiamiento y enfrentando la posibilidad de que esta sea su última temporada.
Y no debería ser. No debería ser por mil razones sobre las que no voy a escribir acá porque, simplemente, no me cabe.
Pero es un podcast.
Tal vez uno de los primeros en Colombia.
Tal vez uno de los primeros dedicados exclusivamente a ver el mundo desde los feminismos.
Tal vez uno de los primeros en buscar maneras de romper su propio formato e interactuar con sus audiencias.
Y siento que no debería ser y que todxs lxs que hemos seguido el podcast deberíamos hacer algo. Y podemos empezar por acá.
A ti, que llegaste hasta acá… La viralidad de unas arepas
Hay dos contenidos tipo experimentos que hemos publicado en las redes sociales de La Liga que han superado nuestras expectativas. Nicoll, quien está tanto atrás como adelante de nuestras redes, ha aprendido anticipar cuándo un video funcionará va a tener muchas visualizaciones solo en los primeros diez minutos. Incluso para ella esos dos experimentos han traído sorpresas porque los números de vistas, likes, compartidos, comentarios son muchísimo, muchísimo más altos que el promedio de nuestras publicaciones.
Los dos tienen al menos tres cosas en común:
Hablar por los laditos de temas ‘duros’ y complejos para engañar al algoritmo mientras lo despistamos con contenido que puede parecer más light, más cotidiano, más enganchador. Los reels de tutoriales de maquillaje y de recetas de cocina se consumen por miles de millones. ¿Y eso qué tiene que ver con el periodismo? Valiéndonos de esto con la forma, compartimos, en el fondo, lo que realmente nos importa. [Y, claro, también tenemos la fortuna de que nuestra gestora de redes es multifacética y creativa, y así como puede ponerse de influencer de maquillaje también puede hacer de chef amateur]. El primer experimento fue el reel “Tutorial de maquillaje” sobre la historia del cementerio Cúcuta como la fosa común más grande de Colombia. El segundo, “La mejor receta de arepas” [una idea nacida del alma gastronómica de Alejandro], que publicamos la semana pasada para hablar de la situación en Venezuela después de las elecciones del 28 de julio, las acciones de represión y censura del gobierno de Maduro y las posibilidades de compartir contenidos de colegas venezolanxs y apoyarlxs.
De ahí viene el otro tema, los dos reels exitosos en la cuenta de Instagram de La Liga han sido posibles por las redes y las alianzas, por el periodismo colaborativo en el que creemos. Lo de Cúcuta lo hicimos a partir de una investigación de Rutas del Conflicto y lo de Venezuela nació de la idea de apoyar a nuestrxs colegas venezolanxs en la difusión de lo que está ocurriendo y esos colegas, a su vez, formaron en 2017 la Alianza Investigativa Rebelde, un esfuerzo de los medios Tal Cual Digital, Runrun.es y El Pitazo, para potenciar su trabajo investigativo y enfrentar la censura..
Y el último tema es que esos reels han logrado salir del nicho (periodistas y público interesado en medios, coyuntura, política y derechos humanos, nuestra audiencia habitual) y se muestran casi totalmente a “no seguidores” de La Liga, según las estadísticas que aparecen en la misma aplicación de Instagram. Lo cual nos alegra mucho porque es llegar a un público muy diferente.
En la reunión del pasado lunes (nuestras reuniones editoriales para arrancar semana las hacemos los siempre ese día), Nicoll nos mostraba los números de redes de los últimos días y así como se alegraba del crecimiento en Instagram —y eso que no se publicaba aún el video viral de las arepas) también reconocía con perplejidad (igual que el resto del equipo): no entendemos TikTok porque ahí no funciona lo que funciona en Instagram. Hay todo un misterio por resolver, así que si tienen ideas nos gustaría mucho escucharlas/leerlas. ¿Consumes contenido en Tik Tok, qué te engancha? ¿Algo de eso podríamos trasladar al periodismo? ¿Entiendes cómo funciona Tik Tok y quieres ayudarnos a salir de la perplejidad? Escríbenos.
Jeanneth Valdivieso Mancero, editora y coordinadora periodística.