59 | Biodiversidad no es solo aves y orquídeas
Invitamos a Lisbeth Fog, una de las periodistas científicas más importantes de Colombia para que nos contara porque nos debe importar, a todxs, la COP16.
Por Lisbeth Fog Corradine*
Se anuncia que la COP16 de biodiversidad tendrá lugar en Colombia y que Cali será la sede, y los ojos de múltiples instituciones se enfocan en participar de alguna manera. El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible se concentra en lograr un evento de alto nivel tanto logística como políticamente, y le preocupa que a pesar de sus esfuerzos buena parte de los colombianos no entiende muy bien qué es eso de la COP16. A duras penas sabemos que somos un país rico en fauna, flora, ecosistemas como páramos, algo que llaman biodiversidad, pero en esa bolsa difícilmente pensamos, por ejemplo, en microorganismos, formas de vida que cumplen también funciones claves en el planeta, o cómo se manifiesta la biodiversidad en las ciudades.
Los medios de comunicación tradicionales saben que la COP16 es, ha sido y será noticia. De hecho, algunos de ellos han abierto secciones específicas para contar avances y ambientar el tema; otros, sin ir tan lejos, han aumentado la publicación de historias al respecto, y diversas entidades, como onegés y universidades, ofrecen cursos, foros, simposios para que periodistas y colombianos en general sepamos qué es lo que sucederá del 21 de octubre al 1 de noviembre de este año en la capital del Valle del Cauca.
Biodiversidad no es solamente el pájaro de pecho amarillo que veo desde mi ventana mientras escribo esta columna. Tampoco es solo un tema ambiental. Es un tema planetario porque de ella depende la salud del mundo en el que vivimos. Así, las historias sobre la COP16 pueden ir desde las nuevas especies que identifica la comunidad científica o las que se están extinguiendo, artículos que son bastante comunes, hasta el brote en la piel del hijo de mi vecino, la avalancha que cayó sobre cualquier carretera, la lluvia que no para o el solazo que reseca suelos y afecta cultivos, la seguridad alimentaria, las aguas de ríos, quebradas y lagunas, todo lo que ocurre bajo las sonoras olas del mar.
La biodiversidad es esencial para ese nuevo concepto que surgió recientemente y se hizo más necesario desde que vivimos la pandemia del SARS-CoV2: una sola salud. Se trata de velar por la salud de las personas, los animales, las plantas y todo lo que conforman los ecosistemas; es decir, de la biodiversidad.
Temas tan ‘vendedores’ como la deforestación, los monocultivos, la ganadería extensiva, la contaminación ambiental, las leyes ambientales vigentes y su cumplimiento, la defensa de la naturaleza, exigen mirar más allá de las cifras y los datos que proveen fuentes interesadas. Las historias originales de reporteros que indagan, y profundizan, y revisan, por ejemplo, qué hay detrás de las cifras de deforestación de la Amazonía, cuál es la tecnología usada para medirla, cómo se compara con resultados de otras tecnologías, cuál será la más confiable y por qué, cuál es el alcance, las ventajas y desventajas de cada una de ellas, qué tan fácil es manipularlas de acuerdo con los intereses de las fuentes y qué falta para que sean datos científicos contundentes y avalados, son retos que debemos asumir con responsabilidad, al tiempo que con gran pasión por llegar a la explicación de base.
Las historias ocultas que tienen que ver con la COP16, así como los temas de la agenda política que será necesario informar por supuesto, es el reto de los periodistas que cubriremos el evento. Esas historias son infinitas. Hay que buscarlas. Y posiblemente ayuden a tomar las decisiones de los cuatro objetivos y 23 metas que se han propuesto definir en esta gran cumbre de la biodiversidad.
*Periodista científica, profesora de la Maestría de Periodismo Científico de la Pontificia Universidad Javeriana.
Yo recomiendo
Voy a hacer algo que no debería hacer nadie: voy a recomendar un libro que no he terminado de leer. Se llama “Not the End of the World: How We Can Be the First Generation to Build a Sustainable Planet”, escrito por Hannah Ritchie, quien se define como discípula de Hans Rosling, el gran entusiasta de los datos. Ritchie es científica de datos, y con datos es que construye este libro hecho a la medida para quienes a pesar de tener una dieta basada en plantas, reciclar, usar productos sostenibles y tratar de hacer lo mejor que podamos, seguimos sintiendo eso que llaman ecoansiedad.
El libro parte de un lugar que conocemos: el planeta que habitamos se encuentra en una crisis ambiental innegable, clara y medible. Los datos, a pesar de que un porcentaje inverosímilmente alto de personas y particularmente de políticos se empeñen en negarlo, existen. Pero, y esta es la genialidad del libro, Ritchie va más allá de esos datos y relatos del apocalipsis ambiental y nos recuerda que no todo está perdido. Por medio de datos tan innegables como los de la crisis, y aunque parezca contraintuitivo, Ritchie demuestra cómo hoy respiramos un mejor aire que el que respiraron nuestros abuelos y cómo esto se debe a la efectividad de las políticas públicas que buscan proteger el medio ambiente. ¿Recuerdan —mis fellow millennials que estábamos vivxs en los noventa— aquel hueco en la capa de ozono que nos iba a borrar como humanxs? Pues bueno, según Ritchie, si bien faltan décadas enteras para poder restaurar el daño, hoy ese hueco se ha reducido gracias a la concientización y el cambio de políticas. La cosa se resume así: “"El mundo está mucho mejor”, “El mundo sigue siendo terrible” y “El mundo puede estar mucho mejor’ [son todas] afirmaciones que son ciertas [pero] al negar la primera, que hemos avanzado, perdemos lecciones importantes sobre cómo seguir progresando”.
Así que en lo que voy, casi 100 páginas de las 300 que tiene, ha sido una lectura refrescante y esperanzadora. Y un recorderis de algo que es clave cuando tenemos la COP a la vuelta de la esquina: que al mundo lo cambia, sobre todo, un cambio en la visión que tenemos de la humanidad.
Y cómo por este lado hablamos tanto de periodismo, y como Lisbeth Fog (que dicho sea de paso no podría estar más orgulloso de tenerla en este Boletín) nos advierte que los medios empezarán a hablar de más en más de la COP, dejo este último subrayado:
“Algunos medios consideran que la frecuencia de sus publicaciones es un indicador clave de su desempeño. Un ejemplo de ello es el Guardian, que publica un artículo de periodismo ambiental cada tres horas, y se presenta como una voz destacada en la lucha por salvar el planeta, según un gran banner en su sitio web. En otras palabras, el objetivo del Guardian es lanzar la mayor cantidad de noticias impactantes posible, lo más rápido que pueda. Cuanto más rápido lo haga, más demuestra su compromiso con 'salvar el planeta'. Este flujo constante de noticias puede generar ansiedad y nos lleva inevitablemente a la conclusión de que las cosas están empeorando”.
Alejandro Gómez Dugand, director.
Veeengan todas las aves… y la atención mediática hacia problemáticas ambientales
Esta semana vi Río con mi hermanita menor, ¿la vieron alguna vez? Es la del guacamayo azul en vías de extinción que bajo ningún cliché se llama Blu.
Esa.
Hablan del tráfico de animales exóticos y debo decir que la representación antropomórfica de pájaros bailando samba que deben alejarse de sus seres —o pájaros— queridxs como víctimas de una red criminal apeló a mi conciencia como toda película de muñequitos. ¡Divina, es!
Después de haberlos antojado de volver a ver Río, quiero decirles que me quedé pensando en que para mí, una mujer bogotana con home office, la relación con problemáticas ambientales parece lejana si la pienso en términos de guacamayos azules de Brasil. Pero aquí en Colombia hay periodistas y medios que están investigando el impacto ambiental de diferentes actores y que afectan contextos cercanos que deberíamos tener en nuestro radar. Les comparto aquí sus trabajos.
La Calera: agua para Coca-Cola y Bogotá, pero no para su gente
¿Cómo es que Coca-Cola tiene autorizado sacar 3,23 litros por segundo de siete nacimientos en Cundinamarca mientras todxs seguimos en racionamiento? ¡Es tremendo! En esta investigación de Vorágine, cuentan cómo esta empresa llega a extraer a diario miles de litros de agua de veredas en las que, irónicamente, sus habitantes no tienen acceso a agua desde principios de este año. Los campesinos de La Calera, Cundinamarca, se declararon en emergencia y pidieron ayuda a las autoridades locales, pues, según expertos, la desigualdad en la distribución del agua en Colombia es incluso mayor que la distribución de la tierra.
No hay otro bosque para los monos
POV: eres un mono y destruyen el lugar en el que vives para construir un “proyecto sostenible”.
Ojalá fuera un trend de TikTok y no la realidad amenazante para dos especies de monos en estado crítico de conservación: los titís cabeciblancos y los monos araña del Chocó, que a causa de las construcciones del Puerto Bahía Colombia de Urabá o Puerto Antioquia tienen un ecosistema cada vez más fragmentado.
En esta investigación, Baudó Agencia Pública cuentan cómo el sueño que tuvieron grandes empresarios desde el siglo XIX se convirtió en una pesadilla para la zona en la actualidad.
Carreteras de doble vía: entre la deforestación y la movilidad en el Guaviare
Entre 2018 y 2021 el Guaviare perdió en promedio casi 25 mil hectáreas de bosque. Se estarán preguntando a cuál de todos los males le podemos atribuir estos datos tan triste y, pues, en este caso se debe a la construcción de las carreteras Marginal de la Selva y Calamar-Miraflores, que son las que tienen mayores niveles de deforestación y riesgo de acaparamiento de tierras. En esta investigación Rutas del Conflicto nos pone sobre la mesa otro debate: los problemas de movilidad de la zona, pues estas vías son esenciales para la población local.Nicoll Fonseca, gestora de redes
La Liga crece
¡Kia ora! Ko Tim tōku ingoa. Así diríamos: "Hola, soy Tim" en Nueva Zelanda, el país de donde vengo. El país de las mujeres que hicieron la haka en los Olímpicos, que probablemente hayas visto en Instagram. Me alegra mucho escribir aquí y presentarme.
Cuando tenía 18 años descubrí la 'teología de la liberación' y desde entonces Colombia, sus revoluciones, sus historias profundas y sus batallas por la paz han capturado mi atención. En mi carrera en teología y mi maestría en estudios de paz y conflicto, me he enfocado en los procesos de paz y justicia y migración en América Latina en la actualidad.
Llegué a este maravilloso país este año para involucrarme en el mundo del periodismo, con un enfoque especial en migración. Es un privilegio formar parte del equipo de La Liga y espero con ansias traer a la mesa ideas frescas (y no coloniales) desde una perspectiva no latina. Puedes encontrarme aquí: redaccion@ligacontraelsilencio.com
Tim O’Farrell, voluntario y parte de la redacción.
A ti, que llegaste hasta acá… Meghan y Harry (más allá de lo viral)
Iba a escribir sobre Vicky (¿candidata?) pero mejor les recomiendo el artículo de El Armadillo ‘Vicky Dávila comienza en Medellín una gira con aires de candidata y con el sello de la Alcaldía, Eafit y Comfama‘, que está buenísimo.
Prefiero sobre los duques: que bailaron salsa bastante bien, que Meghan habló en español porque lo aprendió en Argentina hace 20 años, que se levantó de la silla para mover un ventilador por el calor en Cali, que si participaron en el festival Petronio Álvarez y se fueron agradecidísimxs de Colombia, que si tan colonialista esta visita rindiendo homenajes a la (ex)realeza… Hubo momentos de todo tipo en la visita de los duques de Sussex y en las redes sociales casi todo el mundo quiso dar su opinión.
Yo participé en el evento menos divertido y viral de la gira de Meghan y Harry por Colombia, pero quizá el que me pareció más de fondo. Con su Fundación Archewell, junto a la Vicepresidencia de Colombia y a la organización Luminate, realizaron el Foro Futuro Digital Responsable, que básicamente —para mi resumen mental— buscaba responder de distintas manera a la pregunta de ¿cómo están viviendo (y resistiendo) lxs jóvenes el mundo digital, cómo eso determinará su vida adulta, y qué estamos haciendo sobre ese tema?
Se habló mucho de los entornos escolares, de padres y madres, niñxs y adolescentes, y docentes, que deben lidiar con el ciberacoso, la manipulación y el odio que se esparcen por las redes sociales, la desinformación viral, los riesgos de la inteligencia artificial (IA) para la seguridad e integridad de los menores, las deep fakes (contenidos falsos creados con IA que parecen muy reales). También se habló de cómo regular las plataformas digitales que están hoy presentes en casi toda nuestra vida. Todos temas complejos sin respuestas únicas, pero que creo debemos empezar a pensar más conscientemente desde nuestros entornos más cercanos, en nuestro día a día, desde la profesión que tengamos. ¿Desde el periodismo qué podemos hacer? Quisiera encontrar alguna forma de vincularnos más a las aulas de clase desde el periodismo. Yo aquí ‘pensando en voz alta’: eso quisiera.
Jeanneth Valdivieso Mancero, editora y coordinadora periodística.