94 | El Darién no es inspiración para la moda, es un cementerio sin dolientes
El Darién es una herida y un retrato de lo que pasa en el mundo. No resiste representaciones que frivolizan el sufrimiento humano en desfiles de moda con mucho márketing y poca reflexión.
Por José Guarnizo, director de Vorágine
Habían pasado ocho meses desde que comencé a buscar rastros de los familiares de 21 migrantes que murieron ahogados en el mar que acecha las costas de Acandí, Chocó. El naufragio, reseñado vagamente por la prensa colombiana, ocurrió en la noche del 28 enero de 2019.
Los muertos fueron enterrados como NN en el cementerio del pueblo, en medio de una tragedia sanitaria para la que no estaba preparado el sepulturero del municipio. Eran cadáveres de migrantes probablemente africanos que con sus familias estaban a punto de caminar hacia el Darién, en una travesía de unos seis o siete días con la idea de llegar a Panamá.
No se recuperaron documentos para intentar identificarlos, y nadie esperaba que desde África alguien se asomara para hacer el reclamo. Sobre la tierra seca y resquebrajada por el sol, los lugareños clavaron 21 cruces con números consecutivos que se fueron borrando por el agua y el viento impredecible de ese lado del Caribe. Once niños y nueve adultos quedaron allí sepultados.
De tanto indagar, recorrer oficinas públicas y enviar derechos de petición, hallé el nombre de una mujer nacida en República Democrática del Congo que quizás podría estar entre los sobrevivientes. Le envié un mensaje por Facebook y a los diez minutos me llamó. Gloria Bisa era su nombre. Había vivido a sus 26 años uno de los episodios más crueles de los que yo haya tenido noticia en casi dos décadas que llevo trabajando como reportero.
Aquella noche, una panga con 34 migrantes venidos de distintos países de África —14 niños y 18 adultos, entre ellos Gloria, su esposo y su hijo de tres años — zozobró mientras navegaban entre Capurganá y Sapzurro. Gloria fue rescatada al segundo día y obligada por coyotes a adentrarse en la selva para que no rindiera testimonio del naufragio y así evitar que los lancheros, que iban borrachos cuando el bote se partió en dos, fueran judicializados.
Gloria, su esposo Basele Gaylord Mpati y su hijo Exaucce habían salido de su país, huyendo de la tiranía del gobierno de Joseph Kabila. Era huir o esperar a ser encarcelados en cualquier momento para continuar subsistiendo sin un proyecto de vida viable.
Siete meses de embarazo tenía Gloria cuando estuvo en la selva caminando, sabiendo que Basele y Exaucce murieron en el mar. “Me contó que caminó por esa selva como una loca, huida de sí misma, balbuceando frases inentendibles que sonaban a lamentos”, escribí en una crónica publicada en 2020. También me dijo que dio a luz a una bebé en un pueblito de Panamá, cuyo nombre no recordaba, y que continuó el camino con la criatura en brazos hasta llegar a Estados Unidos. Hasta mi llamada, llegó a pensar que a nadie le había importado su tragedia. Desconocía, también, que su esposo e hijo estaban sepultados en un pueblo llamado Acandí.
Crédito: Vorágine.
Con el sufrimiento de Gloria no solo ganaron dinero los coyotes. Para el año 2023, una fundación estaba recaudando 9 millones de dólares al mes gracias a un monto que cada migrante debe pagar por pasar por el Darién. Una tercera parte va para el Clan del Golfo.
Si algo he aprendido cubriendo este tema es que el migrante en esta frontera olvidada de Colombia es moneda de cambio, una de la que sacan tajada millones de personas. El tráfico de migrantes es el tercer delito que más ganancias deja en el mundo, es toda una economía ilegal próspera. El paso por la selva es, además, una tragedia de la que son responsables los gobiernos de los países expulsores, y también los de paso. Si el Clan del Golfo puede operar con tanta solvencia es porque no hay allí nadie que lo detenga.
El Darién es una herida y un retrato de lo que está pasando en distintos rincones del planeta. Historias como las de Gloria reflejan que esto va más allá de no tener una visa con la que se pueda cruzar una frontera. En el Darién hacen síntoma gobiernos autoritarios, como el de Venezuela, y Estados fallidos e invivibles donde se violan los derechos humanos y donde no se puede estar. En el Darién también supura la xenofobia y los sueldos de miseria a los que se tuvieron que someter los venezolanos que intentaron asentarse en algún país de Sudamérica hasta que no aguantaron más. En el Darién al migrante no se le respeta su dignidad de ser humano, y representa 150 dólares por cabeza, es decir, que no es vida sino plata.
En el Darién el migrante son las pilas de prendas usadas que uno puede ver en el trayecto, esas que los caminantes tuvieron que tirar para alivianar el peso y así no desfallecer mientras ascendían por inclinadas colinas. En el Darién el migrante son las mujeres violadas por hombres que, del lado de Panamá, se esconden en el bosque. En el Darién el migrante son todas las personas a las que asaltan bandas armadas, y que son sometidas a toda suerte de vejámenes en sus partes íntimas, sin importar que sean niños o niñas, como lo ha documentado Médicos sin Fronteras. En el Darién el migrante es un cadáver que queda a la vera del camino o al lado de un peñasco, o flotando en el mar, muertos de los que no queda ningún registro, acaso una tumba con un número que poco a poco se va borrando.
El Darién es todo aquello y por eso es que no resiste representaciones que frivolizan el sufrimiento humano en desfiles de moda con mucho márketing y ninguna reflexión. En el Darién no hay prendas con “desgaste, funcionalidad y sofisticación”, como se lee en “moodboard” de la colección Nuda Vida, del diseñador Ricardo Pava. En el Darién no hay colores “terra”, “azul Necoclí” o “gris asfalto”. Allá la tierra es tierra y la selva es una cárcel que nos hace recordar las épocas de la esclavitud, cuando los humanos se vendían por unos cuantos pesos.
Mucho nos hace falta hablar del Darién. Ni siquiera el periodismo se ha encargado de retratar de manera consistente este capítulo de la historia contemporánea que nos debería avergonzar. Faltan estudios, diagnósticos, acciones gubernamentales y de autoridades, y sobre todo luces que desde distintas disciplinas ayuden a vislumbrar salidas y soluciones ante tanta barbarie. Mientras eso no ocurra, el Darién seguirá siendo el lugar de las desdichas de quienes han dejado de importar en esta sociedad, como si no tuvieran alma ni dolientes. La historia de vida de Gloria Bisa es la mayor prueba de ello.
Mientras tanto, en el país de la actualidad
Por Nicoll Fonseca, gestora de redes
Hay días en los que desbloquear el celular cansa. Hacer scrolling y ver que todo arde al mismo tiempo. Asomarse a leer las noticias o posts y encontrarse con la misma violencia de siempre, que pareciera más silenciosa, más cercana, más cruel. Da miedo porque a veces una siente que ya nada sorprende. Pero la verdad es que a través de esta pantalla no todo se ve, ni se dimensiona. Mucho menos se cuenta.
Aún así, nuestros aliados intentan visibilizar diferentes problemáticas violentas del país desde una posición crítica y respetuosa, por eso quise traer tres trabajos que considero muy valiosos para compartirlos contigo. Son historias difíciles, pero que alguien tiene que contar.
El plan feminicidio que expulsa a las mujeres en Chocó
En Chocó, ser mujer parece una razón suficiente para estar en peligro, pues los enfrentamientos entre grupos armados ilegales trajeron consigo un patrón: amenazas sistemáticas, desplazamientos forzados y asesinatos dirigidos exclusivamente contra mujeres. Lo que llaman “el plan feminicidio”, mantiene a muchas mujeres huyendo, en silencio y con miedo.
En este video de YouTube, Vorágine te explica más:
Cuatro cirugías y una silla de ruedas: la vida en la cárcel de uno de los presos del estallido social
En diciembre de 2022, el gobierno de Gustavo prometió liberar a todos los jóvenes judicializados luego de las protestas durante el estallido social. Actualmente 48 personas, incluido Sergio, están privadas de la libertad por hechos asociados a las movilizaciones entre 2019 y 2021. Sin embargo, más de dos años después, ninguno de los jóvenes ha sido liberado o absuelto por acción del gobierno.
Sergio, uno de ellos, habló con Mutante en esta entrevista.
El juicio de la historia
El expresidente Álvaro Uribe Vélez está siendo juzgado por presunto soborno y fraude procesal, y aunque esto debería ser noticia de apertura todos los días, Cuestión Pública ha sido el único medio independiente transmitiendo cada audiencia en vivo, paso a paso.
¿Se imaginan el trabajo que requiere cubrir este juicio tan complejo? Aquí pueden encontrar toda la información necesaria para entenderlo.
Yo recomiendo… Participar en los Consejos Editoriales de Inclusión - Medios y Diversidad
Por Mariel Bejarano Vásquez, gestora de comunidades de Baudó AP
En Baudó Agencia Pública entendemos que el periodismo no es neutral. Lo que se dice —y lo que se omite— tiene consecuencias. Por eso, desde 2023 impulsamos los Consejos Editoriales de Inclusión, una estrategia editorial que busca cuestionar cómo se narran las diversidades en Colombia y desde dónde se cuenta la diferencia.
Estos espacios no son foros ni conversatorios: son ejercicios de descentramiento. Convocamos a periodistas, liderazgos sociales, activistas, defensorxs y organizaciones de base para pensar en colectivo los límites, violencias y posibilidades del lenguaje periodístico. Y no como un ejercicio externo: a cada encuentro asiste todo el equipo de Baudó para escuchar, reflexionar, aprender. Junto a quienes participan, redefinimos nuestras propias rutas editoriales.
Uno de los primeros consejos —Medios y mujeres en Colombia— reveló cómo el discurso mediático perpetúa el machismo estructural: titulares que minimizan la violencia, lenguaje que culpabiliza a las víctimas, coberturas centradas en el morbo. Más de 40 mujeres de distintas regiones analizaron esos patrones y construyeron un manifiesto que reclama un periodismo más ético, inclusivo y comprometido con la igualdad.
El tercer consejo se centró en la representación de las personas LGBTIQ. Junto a liderazgos, organizaciones y periodistas, desmontamos coberturas que caricaturizan, homogeneizan o invisibilizan para dar respuesta a una pregunta de la que también buscábamos aprender:
¿Cómo pueden los medios de comunicación contribuir a visibilizar las voces de las personas LGBTIQ en la defensa de la igualdad de género y los derechos humanos?
A partir de ejercicios metodológicos como el árbol de problemas y el análisis de titulares, se elaboraron recomendaciones concretas para medios, audiencias y aliados. Las reflexiones surgidas no fueron conclusiones impuestas: fueron producidas colectivamente. La relatoría, que semanas después del encuentro circuló públicamente, fue revisada y retroalimentada por quienes participaron en el ejercicio.
Lo que emerge de estos espacios no son solo documentos. Han surgido colaboraciones editoriales con organizaciones sociales, alianzas con defensorxs de derechos y nuevas rutas temáticas que hoy guían nuestras coberturas. También han funcionado como un espejo: nos han obligado a revisar cómo desde Baudó narramos a los demás, qué omisiones arrastramos y qué aprendizajes aún nos faltan. También nos han reafirmado una convicción: que nuestro trabajo periodístico puede —y debe— ser una herramienta para la transformación social.
Los Consejos Editoriales de Inclusión son también una metodología viva. Nos permiten construir con otras y otros, generar conocimiento situado y compartir herramientas con medios aliados y organizaciones de la sociedad civil. No son ejercicios extractivos, sino espacios donde la autoría se comparte y la escucha es principio de acción.
Sabemos que narrar desde la inclusión no es sumar voces en nombre de la representatividad. Es desmantelar estructuras, problematizar categorías, tensionar lo que damos por sentado. Por eso, seguiremos abriendo estos espacios: para construir un periodismo que se piense con otres, desde el conflicto, la resistencia y la posibilidad.
Porque transformar las narrativas no es un gesto simbólico. Es una urgencia ética. Y en Baudó AP, lo estamos haciendo en comunidad.
En el próximo capítulo del Consejo Editorial de Inclusión - Medios y Diversidad, nos preguntaremos cómo el periodismo ha sostenido —desde el silencio o el encuadre— la violencia racista en Colombia, y qué cambios exige escuchar las voces afrocolombianas que han narrado históricamente desde la resistencia. El encuentro será virtual el jueves 5 de junio, de 9:00 a. m. a 12:00 m. Las inscripciones están abiertas.