65 | Un manual para la igualdad de género en el periodismo
El periodismo que investiga las violencias basadas en género es uno de los blancos principales del acoso judicial. Invitamos a El Veinte a que nos cuente de su manual que busca mitigar este problema.
Por Ana Bejarano* y Santiago García**, El Veinte.
En 2022 la Corte Constitucional dictó sentencia en el proceso del cineasta Ciro Guerra contra las periodistas Catalina Ruiz-Navarro y Matilde de los Milagros Londoño, de la revista digital Volcánicas. En la decisión, el alto tribunal concluyó que el reportaje que publicaron sobre las denuncias por acoso y abuso sexual presuntamente perpetrados por Guerra cumplía con las obligaciones legales y los estándares éticos propios del ejercicio periodístico al informar sobre este tema.
La Corte estableció igualmente que el escrache es legítimo y “goza de protección constitucional reforzada” dado que involucra un asunto de interés público y su uso promueve la prevención, investigación y sanción de las violencias basadas en género (VBG), así como la defensa de las mujeres víctimas. También determinó que las acciones legales emprendidas por Guerra eran un caso ejemplificante de acoso litigioso para silenciar información de interés público.
Organismos internacionales han definido las VBG como acciones que causan muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer con ocasión de ser mujer o de identificarse como tal. Sus manifestaciones y consecuencias se proyectan en todas las esferas de la vida pública y privada. Prueba de ello es que en el primer semestre de este año se registraron 50.374 casos de VBG oficialmente denunciados y registrados en la base de datos del Instituto Nacional de Salud.
Según la Organización Mundial de la Salud, esta es la epidemia más grave y larga que ha enfrentado la humanidad. Gracias a tratados internacionales como la Convención Belem Do Pará (1994), el Estado colombiano está obligado a adoptar medidas para contrarrestar este fenómeno. Al margen de estos compromisos, que aún no rinden suficientes frutos, en Colombia emerge una práctica periodística feminista, que se ocupa de investigar y reportar hechos de VBG porque cualquier acto de violencia contra una mujer es un asunto de interés público, que merece ser revelado y reportado. Este periodismo es el ingrediente más relevante en la receta para acabar con este fenómeno de violencia.
Por ocuparse de este tipo de periodismo, las periodistas deben resistir múltiples interferencias arbitrarias en perjuicio de su libertad de expresión, desde críticas sexistas hasta amenazas de violación, pasando por motes grotescos instalados por figuras de autoridad como el “muñecas de la mafia” del presidente Gustavo Petro.
En suma, el periodismo que investiga las violencias basadas en género es uno de los blancos principales del acoso judicial, o litigioso como preferimos llamarlo desde El Veinte. El caso de Guerra es un ejemplo nefasto de este fenómeno.
Es por esto que para tratar esta problemática, El Veinte lanzó la semana pasada “Raíces firmes: Manual para el periodismo que investiga violencias basadas en género y sobre el oficio de las mujeres periodistas”.
En el contexto machista de nuestro país las mujeres periodistas se han convertido en el principal objetivo de sectores de la sociedad que las violentan por medio de estigmatización sexual, deslegitimación de su trabajo y estereotipos machistas. Por ello, “Raíces Firmes” analiza estos discursos para comprender cuáles son los riesgos que enfrentan las mujeres periodistas en Colombia. Y que, además, son una doble agresión siendo que son violentadas por su género y por su oficio.
El manual brinda herramientas legales para blindar y proteger a las y los periodistas que investigan VBG. Por medio de un análisis de los debates y prácticas en torno a este tipo de periodismo, el documento presenta mecanismos que permiten que los productos periodísticos en los que se denuncian violencias basadas en género anticipen posibles acciones legales en su contra.
La importancia de “Raíces Firmes” radica en servir como instrumento para un periodismo de alta calidad que cuente las historias de VBG y resulte respetuoso con los derechos de las víctimas de estas violencias y con ello contribuir a la garantía de justicia e igualdad de género en la sociedad colombiana.
Este manual también sirve para reconocer la urgencia de introducir un enfoque de género en la práctica periodística como consecuencia de las situaciones de desigualdad, silenciamiento y violencia que enfrentan las mujeres periodistas en las salas de redacción.
Invitamos a la sociedad civil y a todas las personas que ejercen el periodismo a seguir investigando y denunciando las violencias basadas en género, y deseamos que el manual que presentamos ante ustedes (disponible aquí) sirva a tal propósito.
*Abogada, co-directora de El Veinte y columnista del portal Los Danieles.
**Periodista y asesor de comunicaciones de El Veinte.
Cosas que tal vez no sabías
Estas tres tal vez no te las sabías, pero tranqui, aquí te cuento para que arranques esta semana bien informadx. Primero, aclaramos un rumor sobre la gasolina y el aumento de sus precios, luego te llevamos de los hospitales al Congreso a partir de las experiencias de mujeres gestantes y sus partos. Y, por último, hablamos de la destrucción de las selvas colombianas.
Bien masticadito para que decidas qué te interesa leer. Baiiiii.
¡No le subieron a la gasolina!
En estos días había estado rondando el rumor de que el Ministro de Hacienda dijo que iba a aumentar la gasolina a 18.000 pesos para evitar subirle al ACPM. Pero esto no es verdad, y en este chequeo de ColombiaCheck te cuentan todos los detalles verificados y datos claves.
De las salas de parto al Congreso
La violencia en salas de parto es una situación más común de lo que parece y aunque sabemos que mujeres, personas trans y no binarias dan a luz en hospitales todos los días, no conocemos realmente esas experiencias.
Si quieres conocer más sobre este tema puedes escuchar esta serie de podcast que fue desarrollada gracias a la alianza entre Vorágine y Mutante.
Cenizas en el monte
Colombia ha perdido más de 4,7 millones de hectáreas de bosque en sólo dos décadas de acuerdo con mediciones satelitales. En esta cobertura de Baudó Agencia Pública cuentan cómo los incendios forestales están destruyendo las selvas colombianas.
Y SPOILER: sigan leyendo el boletín que, al final, Carlos Piedrahita, editor de contenidos digitales de BaudoAP, les cuenta más sobre este trabajo.
Nicoll Fonseca, gestora de redes.
Yo recomiendo… El documental “Estado de silencio” y una mini entrevista a su director.
El periodismo, así, en general, suena como algo lejano; el oficio de una gente que sale en televisión, que escribe en periódicos o en los medios digitales. Pero detrás hay personas con familias, con sueños, con ganas de aportar a que sus comunidades tengan mejor suerte, que sienten la necesidad de denunciar aquello que está funcionando mal, a veces incluso sabiendo que sus vidas tienen un precio y que la violencia puede venir no solo del narco, por ejemplo, sino incluso del mismo Estado.
Esto es lo que muestra el documental “Estado de silencio” (aquí el tráiler), del director mexicano Santiago Maza, y que cuenta entre sus productores ejecutivos con los actores Gael García Bernal y Diego Luna. Es sobre México, pero fácilmente podría ser Colombia. Y es un retrato íntimo que busca llamar la atención sobre lo urgente que es defender la libertad de prensa, algo que también así, en general, suena lejano para la mayoría de la ciudadanía, pero que debería importarnos más a todxs.
Hablé con Santiago Maza, quien vino a presentar la película en Colombia (en Bogotá está en la Cinemateca). Cuando lo llamé estaba en Manizales, contento de la recepción del documental entre el público. Aquí algunas de las preguntas que le hice y sus respuestas.
México y Colombia están entre los países más peligrosos para ejercer el periodismo, pero el tema parece solo importar a periodistas. ¿Por qué la ciudadanía no se ha involucrado más en protestar?
Creo que la ciudadanía ha dado por sentado que la información llega a ella por sí sola, más en esta era en la que estamos siendo bombardeados por información todo el tiempo, y se nos olvida que justamente no leemos información, leemos a personas que trabajan desde sus comunidades, desde su oficio y su compromiso de salir y conseguir un punto de vista claro y fiel a la realidad. Creo que el poder fáctico y las autoridades que se benefician de la desinformación o la falta de información también han participado en que eso suceda. En México, y creo que sucederá algo muy similar en Colombia, la figura del periodista está siendo constantemente cuestionada por la autoridad, es esa figura como de revoltosos, cuando en realidad es una figura incómoda que está ahí justamente para cuestionar al poder y exigir que la información llegue a los ciudadanos.
¿Y de ahí nace la idea del documental?
El documental apuesta por recordarnos esto que estoy diciendo, y creo que es muy crítico de la postura del gobierno, de las omisiones de los dueños de los grandes medios, pero también le exige al ciudadano. Hoy más que nunca dependemos de que la ciudadanía alce la voz, acompañe a los periodistas, se involucre con sus periodistas. Abogo mucho por que si tú lees a ciertas personas involúcrate con ellas, puedes involucrarte más con quien te mantiene informado. Desde ahí puedo acompañar y exigir que esa persona pueda hacer su trabajo y desarrollarlo sin que tenga que exponerse a sí mismo, a su familia, o ganar menos dinero del que merece o de que tenga lo que necesita para hacer bien su trabajo
¿Con qué sensación te quedaste después de hacer el documental? Las amenazas y la violencia contra lxs periodistas no ha parado de aumentar y hay pesimismo.
El proyecto nos reafirmó este compromiso que sentimos y que queremos compartir e invitar a la gente a hacer parte, de acompañar a nuestros periodistas, de imaginar soluciones. Creo que falta dialogar estas cosas y escuchar a los periodistas y ver qué necesitan, y desde ahí operar. El documental es una invitación a que nos acerquemos a los periodistas. Podría enfocarme en sentir todas estas cosas pesadas y negativas sobre la realidad que se vive en el periodismo en México, en Colombia y en otros países, pero más bien veo en los periodistas un compromiso por seguir, por hacer su trabajo, por encontrar formas de usar la tecnología para seguir informando sin tener que exponerse tanto. Siento como una esperanza que la verdad también me la transmiten los periodistas mismos y también en los últimos meses el compartirlo con el público he visto que sí hay un interés genuino por encontrar una solución, por cambiar las circunstancias para que los activistas y los periodistas de América Latina no sean la carne de cañón que nada más se expone por una mejor sociedad y paga el precio con su vida. Las cosas no tienen que ser así. Y creo que está en todos nosotros involucrarnos.
¿Consumes noticias, cuál es la importancia del periodismo para ti?
Tengo muy claro que mi punto de vista está definitivamente tocado y moldeado por el periodismo. Yo hago cine, y hago cine porque me gusta estar involucrado con el mundo, de ahí que hago cine documental, es mi forma de participar, mi pedacito de acción a tierra, y eso nació de leer el periódico de niño, de ver otras realidades, entender que mi realidad chilanga, mexicana, privilegiada, no era la realidad de todo el mundo y esta película también es una forma como de poder agradecerle eso a los periodistas.
Jeanneth Valdivieso Mancero, coordinadora periodística y editora.
Un kiwi* reflexiona sobre cómo a diferencia de la lluvia en Bogotá, el racismo en Colombia nunca se fue.
[*N. del K.: Para quienes no lo sepan, ‘Kiwi’ es la manera en la que se refieren a las personas que, como yo, nacimos en Nueva Zelanda. Y por si tampoco lo sabían, el Kiwi, un ave de 45 centímetros de alto, es el ave nacional de mi país.]
El pasado domingo escribí una pieza sobre el trabajo y los derechos (o más bien, la falta de ellos) de los recicladores venezolanos en Bogotá para El Espectador. Después de luchar por sobrevivir al costo de vida en su país, muchos venezolanos que han migrado a Colombia ahora se encuentran limpiando las calles de Bogotá. Quise escribir esta historia porque paso muchos de mis fines de semana con personas en situaciones similares, personas que no tienen voz y a quienes fácilmente olvidamos, ignoramos al pasar por su lado, sin reconocerlas como parte de nuestra sociedad.
No he conocido a un solo colombiano que no sienta dolor o desilusión por la situación política y social de Venezuela. Pero, lamentablemente, esto no siempre se traduce en una cultura de amabilidad y acogida. Siendo yo de la otra parte del mundo, me sigue sorprendiendo el racismo que existe entre dos países vecinos.
Mis primeros amigos en Bogotá fueron venezolanos. Y, antes de conocernos, llegué con un nivel de ingenuidad sobre la relación entre Venezuela y Colombia. Cuando vivimos en el otro lado del mundo, tendemos a generalizar las cosas. Como pensar que, porque los latinos siempre se juntaban entre ellos en mi antigua universidad, todos los latinos en cualquier parte del mundo también se llevarían bien.
Tristemente, aprendí muy rápido de mis amigos venezolanos que esto no era así. Y lo sigo viendo hasta hoy. Durante la última semana, varios amigos me dijeron lo asqueados que estaban por los comentarios que recibió la historia que escribí en Instagram. Comentarios volátiles, llenos de odio y abiertamente racistas intentaron opacar el trabajo de miles (y en cierto sentido, millones) de venezolanos que vinieron a Colombia buscando una vida mejor.
Su único “pecado” es haber nacido en un país que hoy enfrenta una crisis política y económica. Lo mismo les está pasando hoy a los colombianos en Estados Unidos: son tratados de maneras inhumanas y racistas simplemente por haber decidido no aguantar más el hambre o la opresión en su propio país. Es un recordatorio de que, mientras con razón condenamos a Estados Unidos por su retórica racista contra los migrantes, aquí en Bogotá existe un discurso similar y a veces igualmente atroz.
¿Qué podemos hacer? Para mí, todo se reduce a la humanización. Nadie escribe comentarios de odio sobre su mejor amigo o su madre en una publicación de Instagram, pero sí lo hacen sobre personas a las que la sociedad ha deshumanizado. Compartir historias positivas sobre las realidades de seres humanos reales ayuda a humanizar estas historias y contrarrestar las narrativas dominantes de clickbait que existen en todos los rincones del periodismo.
Timothy O’Farrell, redacción.
A usted que llegó hasta acá… el detrás de escena de un especial
El sonido de la selva quemándose, crujido tras crujido, nos acompaña cuando navegamos la más reciente cobertura que lanzamos en BaudóAP. “Cenizas en el monte” es la historia de un grupo de bomberos forestales en Calamar, Guaviare, una de las puertas de entrada del Parque Nacional de la Serranía de Chiribiquete. Este cuerpo de bomberos voluntarios encabezados por el comandante Jhon Perdomo se enfrentan valientemente al fuego que lleva varios años consumiendo la selva del Amazonas. Como diría Juan Miguel Álvarez, el autor de la crónica principal de este reportaje, “un pequeño cuerpo de bomberos que atiende cada urgencia con más estrategia y corazón que tecnología y capacidad”.
Ese sonido ambiente que acompaña todo el tiempo la navegación de la web, lo capturamos directamente en un bosque que estaba muriendo frente a nuestros ojos mientras los bomberos luchaban contra las llamas: “así arde la selva todos los días”, nos confirmó después el comandante Perdomo. Durante el tiempo que estuvimos en Calamar el ambiente siempre mantuvo un leve olor a madera quemada, aun cuando no teníamos ningún incendio al frente. El humo es hoy una constante en el paisaje de ‘el pulmón del mundo’, como muchos llaman alegóricamente a la selva amazónica.
Y aunque la pregunta por los que están quemando la selva continúa parcialmente resuelta, en BaudóAP hicimos esta cobertura para preguntarnos quiénes están apagando la candela. Partimos de la historia de los bomberos y contrastamos su labor con los datos de hectáreas deforestadas en 20 años, que recibimos gracias a una colaboración de nuestros colegas de Mongabay. Luego comenzamos a desarrollar estratégicamente esta narración en tres partes: la primera es una crónica visual y escrita de Juan Miguel y Víctor Galeano. Hicimos también un reel de cinco minutos que compartimos en nuestras redes sociales para llamar a la cobertura con una apuesta visual de reportaje con poética y, por último, una pestaña que presenta cifras demoledoras sobre esta realidad interpretadas en una navegación interactiva con piezas de Data art.
“Cenizas en el monte” se vale de varios lenguajes y momentos para invitarnos a buscar respuestas sobre los responsables del desmonte de la Amazonía, acaparadores de tierra, nuevos ganaderos, fronteras agrícolas en expansión, muchas manos humanas prendiendo en llamas a la selva contra un pequeño grupo de valientes luchando diariamente por apagarlas.
Carlos Piedrahita, editor de contenidos digitales de BaudoAP.