61 | No basta con "trabajar, trabajar y trabajar"
Como trabajadora doméstica y líder sindical, nuestra invitada a escribir el editorial plantea los vacíos de la consigna para madrugar y trabajar mucho. Y una invitación para seguir el fútbol femenino.
Claribed Palacios García*, presidenta nacional de la Unión Afrocolombiana de Trabajadoras del Servicio Doméstico y vocera de la Intersindical de Trabajo Doméstico en Colombia.
En un video reciente, el senador Miguel Uribe hizo un llamado a “volver a trabajar, trabajar y trabajar” y dijo que estaba seguro de que el país “salió adelante madrugando a trabajar”. Pero no basta solamente con trabajar. Nosotras, las trabajadoras domésticas, somos el vivo ejemplo de que no se cambia la calidad de vida cuando trabajas mucho sino cuando trabajas y te pagan bien. ¡Qué rico trabajar, pero trabajar en condiciones de dignidad, tener un trabajo seguro, un trabajo decente y bien pago!
Muchas de nosotras hemos trabajado desde los 9, 14, 16 años. Hoy tenemos la edad cercana para pensionarnos y como no hubo garantías, no trabajamos formalizadas, no podremos hacerlo. Para hablar de trabajo tendríamos que pensar en las condiciones: acceso a la seguridad social, trabajo en condiciones de dignidad, trabajo decente, trabajo donde no suframos discriminación, donde también se aplique el enfoque de género. La mayoría de trabajadoras tenemos dificultades cuando no tenemos, por ejemplo, un permiso para ir a matricular a nuestros hijos porque no se nos reconoce la condición de mujer y de madre, porque solamente interesa que podamos producir y producir, trabajar y trabajar, contribuir al desarrollo del país, pero no a nuestro propio desarrollo y bienestar.
Si trabajar por trabajar fuera una consigna apegada a la realidad que vivimos como país, no estaríamos entre los países más desiguales y con una tasa de informalidad laboral cercana al 60 %. Entonces, ¿por qué tenemos estas brechas? Porque aunque los colombianos nos levantamos muy de madrugada, como dice el senador Uribe en el video, y nos acostamos a altas horas de la noche, las condiciones que existen no son suficientes para mejorar la calidad de vida.
Crédito: Alberto Montt.
Y hablar de madrugar también es romantizar la situación porque las personas no madrugan solamente porque tienen la necesidad de llegar temprano a sus trabajos sino porque muchas veces las condiciones de desplazamiento, de movilidad son precarias. En Bogotá, por ejemplo, una compañera nuestra se tarda entre dos horas y media y tres horas para hacer el recorrido de su vivienda —en lo más recóndito de Bosa— a su trabajo en el norte de Bogotá.
Madrugar más también significa perder horas de sueño, perder horas de sueño a la vez tiene que ver con que el cuerpo no descansa lo necesario y lo que pasa es que al día siguiente vuelves a tu trabajo, pero vuelves cansado. Entonces, nadie está reparando en eso. Hay países que trabajan menos horas que Colombia y son más productivos, tienen economías más sostenibles y hay mayor reconocimiento al trabajo.
Entonces, acá no nos pueden venir a vender la idea de que el asunto es trabajar y trabajar. Es que si trabajar realmente generara riqueza en las condiciones que trabajamos en Colombia, nosotras seríamos mínimo de clase media o alta porque trabajamos desde muy pequeñas. Yo soy de Nuquí (Chocó), trabajo desde los 14 años, tengo 45 años y mi cotización es muy baja porque todos estos años la mayoría de mis empleadores no me quisieron pagar la seguridad social y yo siempre trabajé desde la informalidad: de lunes a sábado, de 7 de la mañana a 10 de la noche, cuando trabajaba interna,, y cuando era externa, de 7 de la mañana a 5, 6 de la tarde.
Y en el caso de las mujeres cargamos con jornadas dobles y hasta triples. Por ejemplo, si es una mujer trabajadora doméstica, pero también llega a su casa a trabajar, pero combínenle a eso también el activismo que se hace por los derechos. Son tres funciones diferentes que realiza una sola mujer. Y en Colombia todavía tenemos el gran problema de que no hay una redistribución de las labores del hogar, se sigue poniendo sobre los hombros de las mujeres la responsabilidad del cuidado.
La labor de las trabajadoras domésticas es clave porque apunta a la sostenibilidad de la vida a través del cuidado. Por eso mi invitación es a que se reconozca el trabajo doméstico como trabajo, a la persona que lo realiza como sujeta de derechos, que se le puedan brindar las garantías de ley, que se le apunte a un trabajo digno y decente, que los escenarios donde las trabajadoras realizan su labor sean escenarios seguros, libres de violencia y acoso.
*Testimonio escrito con base en una entrevista realizada por Jeanneth Valdivieso, editora y coordinadora periodística.
Yo recomiendo… el Mundial Femenino y compartir la ilustración de abajo, por Sindy Elefante*.
Ilustración: Sindy Elefante | IG @sindyelefante.
El sábado pasado empezó en Colombia la Copa Mundial Femenina de Fútbol Sub-20 de la FIFA. Los partidos se juegan en Bogotá, Cali y Medellín. Aproveche para ir a conocer los estadios y hacer el plan completo con su familia. Se va a encontrar con espacios seguros, familiares y tranquilos. Verá muchos niños y niñas apoyando nuevas generaciones de deportistas muy talentosas que serán las futuras estrellas, como fueron en su momento Yoreli Rincón, Natalia Gaitán y Catalina Usme.
Vaya al estadio para que las chicas de la selección Colombia se sientan respaldadas, ya que los dirigentes del fútbol colombiano hacen lo mínimo por cumplir. ¡Cúmplales usted! Compre la camiseta, apréndase el nombre, la cara, el club donde juega, busque dónde nació, empiece a seguir su trayectoria. Además de Linda Caicedo, tenemos grandes jugadoras que se están proyectando para cosas grandes: Gabriela Rodríguez, Karla Torres y Yunaira López.
Vaya al estadio para que los niños y niñas crezcan creando y construyendo nuevos referentes, además de los que tanto resuenan en la televisión y en las redes sociales, porque necesitamos referentes que rompen estereotipos y expectativas de género. Vaya al estadio, haga el plan completo, cante, salte, grite, haga la ola, cómase una dedito de queso o una tradicional lechona, comparta, critique y haga parte del crecimiento que ha tenido en los últimos años el fútbol practicado por mujeres.
Y si no puede ir al estadio vea los partidos en la casa, con su familia, con una bebida helada, en un buen sofá. Así también las apoya, porque el hecho de que más personas vean estos partidos trae más visibilidad y más visibilidad trae más inversión que es lo que estas generaciones necesitan para que los talentos que tenemos tengan el respaldo que se merecen, porque estas mujeres están construyendo el futuro del fútbol en Colombia.
*Sindy Elefante es ilustradora, artista visual y futbolista aficionada.
Trabajen, vagos.
Para nadie es un secreto que la explotación laboral en Colombia es un gran problema. Mira a tu alrededor y piensa en cuántos de tus amigos o familiares te han hablado de sus extensas jornadas de trabajo en condiciones que son una tremenda red flag. ¿Se justifica la carga emocional y física con la remuneración económica? Probablemente no.
En un nuevo intento (espero esta vez exitoso) de reducir la longitud de este boletín para que no te aburras, te recomiendo a vuelo de pájaro tres reportajes de medios aliados que abordan esta problemática.
Así es trabajar en Andrés Carne de Res
En este reportaje del CrossMedia Lab describen las condiciones laborales en el restaurante Andrés Carne de Res. A partir del accidente laboral de Laura Villamil, los jóvenes estudiantes y empleados del famoso restaurante han decidido hacer denuncias públicas sobre la explotación laboral que muchos dicen haber experimentado trabajando ahí.
Agotados e infelices: el estado actual de funcionarios públicos en Colombia
En 2023 Mutante hizo un sondeo en línea en el que participaron 300 funcionarios y contratistas públicos. En este reportaje recogieron algunos de los testimonios que dan cuenta de las condiciones inestables y el maltrato laboral al que se enfrentan quienes trabajan en diferentes entidades del Estado. Ocho de cada diez personas admitieron haber pensado en renunciar a su trabajo debido a las afectaciones a su salud mental.
Así es moderar contenido para TikTok en Teleperformance
Cerosetenta publicó Robota, una serie de entrevistas en video en donde cuentan que a lxs moderadorxs de contenido en TikTok no se les garantizan condiciones de salud mental a pesar de que se enfrentan a contenidos que incluyen desde pedofilia hasta amputaciones.
Nicoll Fonseca, gestora de redes.
Un kiwi* reflexiona… sobre el video de Miguel Uribe (se recomienda precaución)
[*N. del K.: Para quienes no lo sepan, ‘Kiwi’ es la manera en la que se refieren a las personas que, como yo, nacimos en Nueva Zelanda. Y por si tampoco lo sabían, el Kiwi, un ave de 45 centímetros de alto, es el ave nacional de mi país.]
Durante gran parte de mi corta vida laboral, he tenido la fortuna de hacer un trabajo que disfruto. Que me encanta. Lamentablemente, esto no es verdad para todos; especialmente en Colombia. A medida que el mundo parece cada vez más polarizado, la idea de Karl Marx de que no hay nada que tengamos en común más en la vida que el hecho de ser trabajadores se vuelve cada vez más cierta. Y por alguna razón no logro comprender, ser trabajador en Colombia va de la mano con despertarse temprano.
Mientras los colombianos se levantan a las 4 a.m. por razones diferentes —algunos para hacer un trabajo que les apasiona, otros para asegurarse de controlar al menos una cosa en sus vidas, y otros para trabajar más de 10 horas al día para alimentar a sus hijos— no puedo dejar de admirar a personas como Luz Miriam Collazo Céspedes, que se despierta cada día para uno de los trabajos más angustiosos que existen.
Tuve el gusto de conocer a Luz Miriam el viernes en un evento por el Día Internacional de las Personas Desaparecidas 2024. Hace 24 años, su hermano, Camilo Collazo Céspedes, desapareció.
Foto: Timothy O’Farrell.
Aparte de los libros, una persona desaparecida forzosamente nunca fue un concepto que existiera para mí antes de venir a Colombia. Y todavía me cuesta entenderlo.
Pero para Luz Miriam, las personas desaparecidas forzosamente se han convertido en su trabajo a tiempo completo. “Porque de verdad es un duelo que no termina. No termina porque no encontramos la verdad y es una incertidumbre porque siempre nosotros tenemos la esperanza de que él va a regresar, de que algún día lo vamos a encontrar”.
Después de la desaparición de su hermano, Luz Miriam comenzó su propia organización y ha estado involucrada en apoyar a otras víctimas para encontrar a sus seres queridos, incluso en investigaciones con la Fiscalía. Luz Miriam es una de las cientos de miles de víctimas de desapariciones forzadas cuyo trabajo no termina a las 5 p.m. o 6 p.m.
Foto: Timothy O’Farrell.
“Fue bastante fuerte encontrar la realidad de que nadie nos daba razón de mi hermano y que se desapareció y no se podía hacer nada. Pero, esa lucha, ese trasegar durante todo este tiempo, pues ha sido también muy fortalecedor, más resiliente”.
El trabajo de Luz Miriam nos recuerda que para la sociedad colombiana, y especialmente para las cientos de miles de víctimas de esta batalla horrenda y en curso, todavía queda mucho por hacer en lo que respecta a las personas desaparecidas forzosamente en Colombia.
Timothy O’Farrell, redacción.
A usted, que llegó hasta acá… las caras del miedo
Cuando publicamos historias como la de la semana pasada, sobre el terror al que al menos 20 grupos armados tienen sometida a Cúcuta, procuramos trabajar con reporterxs que vivan en el lugar del que vamos a hablar.
Es una política y es importante. No solo porque La Liga cree en el poder de las historias contadas de primera mano, sino porque además es su ADN: encontrar maneras de que lxs reporterxs locales puedan contar lo que sucede en sus territorios sin exponerse a riesgos. Para lograrlo, y desde el principio de esta alianza que busca combatir el silencio, hemos usado varias estrategias combinadas para minimizar al máximo los riesgos de estxs trabajadorxs. Además de implementar protocolos de seguridad, y de trabajar de la mano en el proceso de entrevistas para evitar que se sobreexpongan, una de las estrategias ha sido que sus notas salgan firmadas como “Por La Liga Contra el Silencio” y, así, proteger sus identidades. No es algo obligatorio: es algo que conversamos con lxs autorxs y que decidimos a la luz de los riesgos que pueda traer su firma.
En la mayoría de los casos, sin embargo, son ellxs mismxs quienes nos piden no firmar.
En medio de algo que no deja de ser trágico, el gesto de esa firma colectiva es emocionante: cuando unx reporterx publica en esta alianza no lo hace solx, lo hace de la mano de los 17 medios (y todxs quienes hacemos parte de esos equipos). Como si tomáramos prestado aquel poderosísimo concepto de los feminismos: “si se meten con una, se meten con todas”.
Quiero decir que era algo que empezamos a necesitar menos en años anteriores. Luego de conversarlo con lxs periodistas y de hacer un análisis de riesgo, más y más concluimos que podían firmar. Siempre lo asumimos como una buena noticia: poder firmar no solo es un termómetro del estado de libertad de prensa de un país, sino un reconocimiento a periodistas que ejercen su oficio desde las situaciones más adversas.
Este año, sin embargo, el miedo ha regresado. Solemos recurrir siempre a las cifras para hablar de la violencia que reciben lxs periodistas en Colombia. No son pocas ni pequeñas: 138 agresiones contra periodistas, dos asesinatos, 31 casos de acoso judicial, 46 estigmatizaciones. Todo en los ocho meses que lleva este año.
Pero aún en el escándalo que nos deberían generar esas cifras, de golpe hay algo anecdótico que hace que los números nos duelan más.
Esta es nuestra anécdota.
Desde hace un par de años hemos hecho un esfuerzo para que no solo lxs autorxs de las notas sean de los lugares de los que estamos hablando, sino también lxs fotógrafxs e ilustradorxs con quienes trabajamos. Bueno, pues en los últimos meses, dos ilustradorxs han preferido no hacer portadas para nuestras historias por miedo a lo que esa firma les puede traer en suerte.
Nunca nos había pasado: y a pesar de que vivimos pensando en riesgos y en cómo minimizarlos, habíamos olvidado que la estela de la violencia no es selectiva.
Significa un nuevo reto para este equipo: es más difícil para unx ilustradorx ocultarse detrás de un “Por La Liga Contra el Silencio”. Será, sin duda, un tema de conversación que significa encontrar nuevas estrategias. Todas menos una, y es dejar de trabajar con periodistxs, ilustradorxs y videógrafos que no vivan en Bogotá, Medellín o Cali.
Alejandro Gómez Dugand, director.