37 | Medallo, Medellín y la presión de vivir aquí
Les traemos una reflexión sobre la Medellín que se ha vuelto noticia en las últimas semanas, otras historias sobre esta ciudad contadas por nuestros aliados y un adelanto de lo que se viene en La Liga
Una afrodisiaca muñequita, tan sudaca y con complejo de Berlín, es esta amalgama que se llama Medellín.
Carlos Palacio, Pala
Por Juan David López Morales, director de De la Urbe.
Cuando uno camina por Laureles no es raro encontrarse al escritor Fernando Vallejo mientras pasea a Brusca, su perra. En La virgen de los sicarios (1994), la voz feroz de Vallejo escribió: “Yo propongo que se siga llamando Medellín a la ciudad de abajo, y que se deje su alias para la de arriba: Medallo. Dos nombres puesto que somos dos, o uno pero con el alma partida”. Laureles queda en la ciudad de abajo, en Medellín.
La ciudad que mataba y rezaba y que se representa en aquella novela que luego se hizo película (en el 2000) era una de las más violentas del mundo. En Medellín todavía se reza, pero su nombre ya no aparece entre las 50 ciudades donde más se mata (aunque aún se mata). Es difícil explicarlo sin caer en simplificaciones u omisiones: no hay duda de que Medellín se transformó, pero no dejó de tener “el alma partida”.
Ahora, esta ciudad aparece en otros rankings: ese mismo Laureles por el que camina un octogenario Vallejo fue declarado el barrio más “cool” del mundo mundial en 2023 (revista Time Out); fue dos veces la más innovadora de todo el planeta Tierra (2020 y 2021: Índice de Competitividad de Ciudades) y hasta se convirtió en la meca del reguetón cuando es uno de los géneros más exitosos y comerciales de la industria. Por eso no es raro que gente de cualquier origen quiera darse “un rocecito” por Provenza (15ta calle más cool en 2022) y rematar en Perro Negro, donde Bad Bunny celebró al cierre de sus conciertos del 2022.
Ahora esta ciudad es víctima de su propio éxito. Tanto que la ciudad “de arriba”, la de las comunas más empobrecidas, también aparece en las guías turísticas. Desde el exotizado Graffitour de la Comuna 13, hasta la visita al barrio Pablo Escobar en la zona centroriental de la ciudad, algunas zonas de Medallo lograron hacerse parte del atractivo.
La segunda ciudad más importante de Colombia no tiene certezas de cómo afrontar el impacto que le trae el turismo. Apenas en los últimos años nos hemos dado cuenta de lo que nos implica: un incremento del costo de vida que nos deja en desventaja frente a quienes llegan y nos expulsa a vivir en otras zonas o fuera de la ciudad, conflictos de convivencia por el cambio en el uso y dinámica de barrios y viviendas que solían ser residenciales y una tremenda exposición a dinámicas de explotación sexual en contextos de turismo, por mencionar apenas algunos de los efectos más visibles.
El exalcalde Daniel Quintero celebraba el crecimiento del turismo casi como un logro de su administración. Mencionaba algunos efectos negativos, claro, pero de otros ni hablaba. Y en todo caso, nunca le hizo frente a las problemáticas asociadas. En sus palabras se podía intuir que se trataba solo de los efectos colaterales de una ciudad abierta al mundo.
Federico Gutiérrez, el nuevo alcalde, parece estar más interesado en tomar cartas en el asunto. Por lo menos habla de “regular” el turismo. Incluso creó, con la aprobación del Concejo, la Secretaría de Turismo y Entretenimiento; e impulsa la idea de crear un “turismo de valor” que no afecte la calidad de vida de los habitantes de la ciudad. Pero hay varias razones para ser escépticos al respecto.
En primer lugar, el sector inmobiliario y de la construcción fue uno de los principales financiadores de la campaña de Federico Gutiérrez, por lo que aún no es claro si el alcalde favorecerá o no intereses de ese sector, por ejemplo, en el Plan de Desarrollo; y segundo, las medidas que ha anunciado hasta ahora dejan muchas dudas.
Gutiérrez habló de poner límites a las rentas cortas, que se han disparado con la llegada de turistas, pero en realidad solo lo haría en aquellos casos en los que puede haber explotación sexual. Y esto es apenas obvio porque tiene la obligación de combatir ese y todos los demás delitos.
En Medellín y en Medallo estamos cansados de la inseguridad que significa atraer un turismo que en muchas ocasiones llega buscando drogas y sexo. Pero esa es apenas la cara más visible del problema. Las demás formas de turismo, como el nomadismo digital, también implican encarecimiento y conflictos. Pero así como muchos estamos cansados, hay quienes se están beneficiando: grandes poderes económicos, algunos probablemente ilegales, se benefician de este fenómeno. Estos no son necesariamente externos.
Nos urgen medidas que mitiguen la presión de la burbuja en la que estamos viviendo, pero también nos urge una conversación de fondo que se plantee preguntas como: ¿acaso la explotación sexual comenzó con la llegada de turistas del norte global o ya teníamos un contexto que favorecía esas formas de violencia? ¿Qué responsabilidad cultural nos cabe cuando la inflación de precios es, también, iniciativa de nosotros mismos? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar para explotar esta fiebre del oro turístico? ¿Quiénes se enriquecen mientras miles se empobrecen más por este modelo de ciudad?
Nada de fondo ha cambiado con la nueva administración, pero la presión es tanta que tendrán que tomar medidas, ojalá para cerrar las heridas abiertas de la ciudad, ojalá para aliviar un poco el “alma partida” de la que hablaba Vallejo.
Otras caras de Medellín
En esta entrega del boletín nos vamos juntxs a Medellín (no literalmente porque los tiquetes están baratísimos *tose irónicamente*, pero si estás que te turisteas, la rodadita en carro es bien bonita también). Aquí te dejo recomendaciones infalibles que pueden ser extrañas viniendo de la rola más rola de Bogotá, pero nuestros medios aliados andan trabajando constantemente en contar distintas realidades de Colombia y yo no puedo permitirme dejarlas pasar desapercibidas.
Primero, haz una lista de lo que te gustaría ver en el centro
No pierdas el tiempo buscando “lista de cosas por hacer en Medellín” en Google. Te va a salir lo mismo de siempre. En este mapa ilustrado del centro de Medellín que hizo Universo Centro puedes explorar desde antes la historia urbana de la zona, de tal manera que cuando llegues puedas tener una ruta clara. Aquí te dan coordenadas de vida cotidiana y entorno cultural a través de relatos relacionados con el crecimiento de la ciudad. ¡Está divino, échale un ojito si tienes pensado ir pronto!
Segundo, no visites la Comuna 13 sin leer sobre sus terrazas-invernaderos
Lo primero en lo que te vas a fijar si vas a la Comuna 13 probablemente sean sus grafitis, grupos de baile urbano, arepas de queso, escaleras eléctricas, etc. Pero no olvides mirar más allá. O, mejor dicho, más arriba. En este texto de Vorágine nos cuentan sobre Terrazas Verdes, el proyecto en el que crecen mensualmente más de tres mil unidades de vegetales que son fuente de empleo para madres cabeza de familia que convirtieron sus terrazas en invernaderos para producir lechuga y albahaca en cultivos hidropónicos.
Tercero, ¡apoya el arte local!
Karol G está llenando estadios a nivel mundial. Y sí, OMG this is so amazing, pero no olviden que ella también empezó cantando en pequeños lugares de Medellín. Y como las grandes estrellas no se crean sin una comunidad que le da el apoyo inicial, tenemos que darle nuestro apoyo a artistas de otras disciplinas como Yira Plaza O’Byrne, quien es periodista, directora y productora de cine. En este reportaje de De La Urbe hablan de su última entrega cinematográfica: “El rojo más puro”, estrenada en 2023.
Nicoll Fonseca, gestora de redes
PD: Si decides ir a Medellín, llévame, hablo mucho, pero puedo regularme, soy chévere.
Yo recomiendo
Y pasamos de hablar de Medellín a otra parte del país. Cuando estábamos cerrando este boletín, el gobierno de Gustavo Petro decretó la suspensión del cese al fuego en Nariño, Cauca y Valle del Cauca con el Estado Mayor Central de las Fuerzas Armadas Rev
olucionarias de Colombia (EMC-FARC), como se hace llamar uno de los grupos que no se unió al proceso de paz de 2016 y que está liderado por ‘Iván Mordisco’.
La decisión se tomó luego de un ataque armado del frente Dagoberto Ramos (que integra el EMC-FARC) a la población de Toribío, Cauca, que buscaba evitar el reclutamiento de un joven. En varios videos se escuchan los tiros de los armados y los gritos de los habitantes que buscaban refugio, pero las balas alcanzaron a la lideresa indígena Carmelina Yule Paví, quien murió por la gravedad de las heridas.
Cauca es uno de los departamentos más afectados por la violencia y los Nasa son el pueblo indígena que más líderes ha tenido que sepultar por defender su territorio.
Por eso, cuando desde la fundación Friedrich Ebert en Colombia (Fescol) nos propusieron participar en un especial periodístico sobre libertad de expresión y seguridad en América Latina escogimos a Cauca como el lugar sobre el que queríamos hablar. Y este episodio reciente en Toribío nos vuelve a recordar por qué.
Justamente mañana, martes 19 de marzo, publicaremos el reportaje “Tejer la palabra y esquivar las balas: el (contra) periodismo indígena del Cauca”, escrito por Tania Tapia Jáuregui, con apoyo de La Liga Contra el Silencio. Esa es mi primera recomendación: no se pierdan esta investigación. Así que pendientes de nuestras redes y las de nuestrxs aliadxs.
Crédito: María Elvira Marinovich | IG: @mmmariaelvira.
La segunda es que a propósito de que volvemos a hablar de “disidencias de las FARC” (un mundo amplio y a veces confuso posacuerdo de paz) es muy útil el trabajo recién publicado de la Fundación CORE: “Diez claves para entender a las disidencias”.
Jeanneth Valdivieso Mancero, editora y coordinadora periodística.
OJO: Si eres de Medellín o Cauca, lees este boletín y quieres compartirnos tus comentarios o enviarnos recomendaciones para entender mejor lo que pasa en esos lugares, o si quieres denunciar algún tema que creas no se está siendo contando, puedes escribirnos a contacto@ligacontraelsilencio.com. Hasta la próxima semana.
A usted, que llegó hasta acá… venga lo polarizo
Hace una semana les hablé de Anfibia, nuestra revista amiga de Argentina a la que un incendio le consumió su sala de redacción y que necesitan de su ayuda para recobrar lo que el fuego les quitó. La semana pasada estuvo en Bogotá Cristian Alarcón, su director, y un amigo cercano del equipo de La Liga. Lo hizo para participar en el XVI Encuentro de Periodismo Investigativo de Consejo de Redacción, nuestros aliados . Y en la charla, ya casi al final, Cristian dijo una frase que no me ha abandonado: “Me gusta la pelea. Amo a mis haters. Esas peleas crean comunidades vitales, no audiencias muertas. De esas peleas siempre emergen ideas”.
Y pienso en esa palabreja con la que nos han hecho lidiar tanto: polarización. Nos han acusado a los medios de fomentarla, los centros de pensamiento han dedicado talleres y charlas para entender cómo lograr su desmonte definitivo de nuestras sociedades. No sé en qué momento, pero parece que se volvió uno de nuestros peores cánceres.
Y es raro. Es raro porque cuando se empezó a hablar de polarización se hacía para hablar de política. Hablar de polarización era hablar de la demagogia que la izquierda y la derecha usan para contaminar la opinión de sus votantes, diluir sus opiniones y posturas políticas, hacerles llegar a las urnas llenos de rabia y miedo para que voten por ellxs.
Pero hoy parece que cualquier cosa es polarización. Que la discusión y el desacuerdo están muy mal vistos y que el único lugar limpio y prístino es aquel donde nos encontremos a darnos palmaditas en la espalda, a decirnos que sí, que claro y que por supuesto y que justo eso íbamos a decir. Y es preocupante, porque la esencia de una democracia es que no estemos de acuerdo. Pero ahora, todo el que hable en contra nuestra, le llamamos troll.
Las últimas dos notas que hemos publicado en esta alianza habitan en un lugar de disputa. La primera, sobre el fútbol femenino en Colombia y que hicimos en alianza con Publimetro, ha hecho que un ejército de fifos se enfrente con otro ejército de fifxs sobre la validez del fútbol practicado por mujeres. Y sí, no vamos a negarlo: hay en una inmensa mayoría de esos comentarios un aliento que apesta a misoginia y a ignorancia, pero algunos otros (pocosmuypocos) no. Y aún los más misóginos han sido excusa para que otrxs la señalen con argumentos. Y eso, creo, está bien. Tampoco es un lugar de acuerdos la nota que publicamos la semana pasada con Mutante sobre el fracaso terrible de las energías verdes en las islas del Caribe colombiano, que nos obliga a ser un poco más críticxs con la idea romantizada que tenemos de los paneles solares.
Y eso, de nuevo, está bien. Existe un lugar maravilloso, más allá del mundo facebookero de los likes y los shares, en donde nos podemos encontrar como sociedades.
Acá, en La Liga, queremos que nos peleen.
PD: De la nota de Mutante viene una segunda parte, así que muy atentxs.
Alejandro Gómez Dugand, director de La Liga.