32 | El Carnaval en bucle
Contra las grandes marcas, los pequeños grupos resisten y sobreviven, insisten en la transmisión oral de los saberes, en el disfrute como estrategia para heredar el saber y el hacer.
En Barranquilla pasamos el año esperando la llegada del Carnaval. Son cuatro días —que empezaron ayer— que reúnen y permiten disfrutar distintas danzas, expresiones culturales y tradiciones de la ciudad y la región. Y hay que preservar la fiesta, considerada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, pero desde hace unos años siento que año tras año hay una repetición estéril, casi la misma oferta que termina más cercana a la mercantilización que a la transgresión que se supone está en el centro del espíritu de los carnavales.
Siento que el “sistema” (el mercado, el poder, el deber ser) aprovecha cada año para estandarizar la fiesta y para generar una oferta de consumo cómoda que no interroga, que no cuestiona todo lo que vivimos. El mercado acomoda la posibilidad transgresora del Carnaval a su beneficio. Incluso las carrozas patrocinadas por marcas, empresas y canales de televisión con sus celebrities e influencers (como dice un cercano y querido) van ganando espacio frente a las comparsas tradicionales.
Me incomoda ese Carnaval sin el componente de la transgresión. Es decir, que no sea un espacio para cuestionar el poder, para cuestionar la manera cómo se ejerce ese poder en la ciudad o en el país, para cuestionar las formas de la sociedad, incluso para cuestionar el lugar de cada persona en la sociedad. Es como desaprovechar la oportunidad de confrontarse a sí mismo y en vez de eso seguir siendo –como el resto del año— nuestros propios esclavos.
Alguna vez leí que la transgresión es siempre minoritaria y rompe el esquema que es aceptado por la mayoría. Y, por supuesto, existen intentos poderosos que año tras año luchan contra esa inercia, como “la Carnavalada”, “el Carnaval internacional de las artes”, “el Carnaval del Suroccidente”, “la Guacherna LGBTIQ+” o la “Noche del Río” (incluso con su formato actual), pero estos esfuerzos se ahogan en el mar de ofertas estandarizadas, que hacen parte del “programa oficial” y que son “lo que le gusta a la gente”.
Yo creo que ahí están los retos — desde el periodismo, desde la comunicación comunitaria, desde el ejercicio organizativo, desde los mismos escenarios culturales— para recuperar esa característica transgresora del Carnaval y aprovecharla, cuidando siempre de no olvidar que si la irreverencia se instala como norma, se va volviendo conservadora…
También hay una fuerte tensión entre el hecho de que el Carnaval tenga un fuerte componente de conservación de las tradiciones, de los bailes, los disfraces, y a la vez incluya la posibilidad de ser contrahegemónico, de incorporar los cambios de la ciudad. Se trata de proteger una tradición inmaterial muy valiosa —no lo pongo en duda—, pero se hace como si estuviera en una vasija intocable, como si no fuera posible que esa misma tradición se transformara con el paso del tiempo, con la llegada de otras personas y de otras tecnologías.
Crédito: Vokaribe Radio.
¿Cómo encontrar un equilibrio entre la conservación de la tradición y la inclusión de contradicciones en la fiesta? ¿Cómo disfrutar (y conservar e incentivar) los semilleros de coyongos, de farotas, de marimondas, de congos y monitos, de paloteos, gusanos, y toda suerte de danzas de relación, sin dejar de burlarnos del poder y sus formalidades, sin dejar de cuestionar la repartija de los recursos públicos, sin dejar de controvertir la tradición de los apellidos, el binarismo de las coronaciones, los disfraces y los protocolos?
La protección o preservación de las tradiciones no tendría que pasar por el espejismo de lo inamovible, por el ensueño de lo prístino, por la ilusión de que “todo siga igual”, cuando sabemos que —como todo— esas tradiciones se van nutriendo irremediablemente de los cambios que las cruzan.
Contra las grandes marcas, los pequeños grupos resisten y sobreviven, insisten en la transmisión oral de los saberes, en el disfrute como estrategia para heredar el saber y el hacer.
Ha sido más fácil que el Carnaval incorpore otro tipo de cambios: como hacer visibles a marcas de gran impacto, que no tienen nada que ver con él, pero que a la vez tienen un lugar preponderante en los espacios más promocionados, que lograr que la fiesta y sus hacedores se cualifiquen y logren constituirse en proveedores de servicios.
Tras el disfraz de la salvaguarda se esconden los techos de cristal de las tradiciones, lo tradicional del Carnaval no puede ser idéntico año tras año, preservarlo en su lógica cambiante es un reto, pero a la vez la única manera de que perviva, desafiante y transgresor. Y así: año tras año.
Nota: Capítulo y catarsis aparte merecen las preguntas que surgen respecto a la sostenibilidad de una fiesta que está en mora de imaginar opciones para reducir la producción de basura, de objetos de papel, icopor y plástico de un solo uso, para disminuir el desperdicio de agua, la contaminación por el uso de espuma y harinas, la contaminación sonora…Y así (otra vez): año tras año.
Belén Pardo, miembro del equipo coordinador de Vokaribe Radio.
Preguntas, retos y dilemas sobre el periodismo y los medios
El jueves 8 de febrero se realizó un evento (lo encuentran completo aquí) sobre libertad de expresión, periodismo, democracia y desinformación, temas que parecen solo importar a expertxs y periodistas, pero que vistos de cerca, en situaciones tangibles, atraviesan de alguna forma las vidas de todxs quienes consumen contenidos en los medios de comunicación y en las redes sociales. Escogí varias “perlas” de algunxs de lxs invitadxs sobre asuntos curiosos, poco conocidos o claves para pensar en las comunicaciones (y sus formas y fondos) en estos tiempos.
“¿Cómo reparar un error?”
Pedro Vaca, Relator Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
“¿Cómo la sociedad civil le hace veeduría al periodismo?”
Ana Bejarano, abogada, columnista y codirectora de El Veinte.
“Los medios no están recibiendo los recursos que tendrían que recibir de las plataformas”
Catalina Botero, Oversight Board de Facebook (Comité de supervisión).
¿Sabías que…?
Jelouuu, vengo a dejarles cuatro datos que encontré en las publicaciones más recientes de nuestros medios aliados. Léanlas y nos dejan en los comentarios cuáles ya conocían o cuál fue la que más les sorprendió.
La Policía de Nueva York (NYPD) abrirá una oficina en Bogotá.
Cerosetenta cuenta que, a través del Programa de Enlace Internacional, la NYPD ha enviado oficiales de inteligencia a ciudades de todo el mundo durante los últimos 20 años. ¿Por qué? Quieren recopilar información sobre operaciones terroristas a nivel global, especialmente las que podrían afectar a Nueva York.
Griselda Blanco fue la creadora del método de sicariato en moto.
La famosa narcotraficante ahora interpretada por nada más y nada menos que Sofía Vergara en la más reciente serie de Netflix fue la primera patrona. José Guarnizo, director de Vorágine, cuenta en el prólogo de su próximo libro que Blanco estaba antes que los demás patrones que fueron apareciendo con los años, incluido Pablo Escobar. Tenía 69 años cuando la asesinó un sicario en moto.
La inversión económica China que busca apoyar el crecimiento de América Latina trae afecciones medioambientales.
Consejo de Redacción publicó esta nota sobre empresas del país asiático que están invirtiendo en la región en diversos proyectos, desde infraestructura hasta energía y recursos naturales, respaldadas por el gobierno chino. Esto podría implicar desafíos en términos de competencia para los actores locales y regulación en ámbitos medioambientales.
¡Llegó la edición 106 del periódico De la Urbe!
De La Urbe es el laboratorio de periodismo de la Facultad de Comunicaciones y Filología de la Universidad de Antioquía. Si viven en Medellín, van a poder encontrar el periódico en el museo, biblioteca, teatro, porterías y centros de documentación de Ciudad Universitaria. ¡Además, pronto estarán circulando en el Área Metropolitana de la ciudad!
Alzar la voz
La misma semana en la que se celebró el Día del Periodista en Colombia y el Estado reconoció su responsabilidad en el asesinato del director de El Espectador, Guillermo Cano, la prensa fue blanco de ataques que rechazamos. Todo nuestro apoyo al importante trabajo de los colegas de la Revista RAYA y a lxs periodistas de Publimetro y Última Hora Col.
A usted, que llegó hasta acá…
Y entonces, sin darnos mucha cuenta, vamos 32 entregas de este Boletín. Una barbaridad. En 32 entregas hemos hablado un poco de todo: de salud mental (más de de lo que pensamos que lo haríamos), de Petro (menos de lo que pensábamos de haríamos), del dolor del asesinato de colegas. Hemos cascado al periodismo y lo hemos celebrado. Hemos prestado el editorial y hemos tenido la dicha de tener a colegas que queremos y admiramos firmando el editorial. Y ahora queremos oírles: ¿qué les ha parecido? ¿Qué quisieran cambiar? ¿Nos cuentan en esta pequeña y divertida encuesta que no les quita más de 5 mins y que nos haría requete felices que llenaran?