17 | También podríamos dejar de leer tanto periodismo
"No le crean a nadie que les diga que es vital entender a la perfección el dolor terrible de una guerra que ya ha dejado cientos de personas muertas."
Sucede que me canso de ser periodista.
De vez en cuando. Muy de vez en cuando.
Casi no, pero me pasa.
A veces pienso en la idea de trabajar en un almacén que a las 5:30 de la tarde cierra sus puertas y yo me voy a casa a ver series. Pero, cuando se es periodista, ocurre que uno nunca deja de trabajar. No del todo.
Ocurre cuando explota una guerra a 10.000 kilómetros de donde estoy; siento que ese trabajo, que es la vida, empieza a parecer una tarea inabarcable.
Que lo hago mal.
Que soy mediocre.
Que lxs diosxs del Olimpo periodístico me miran con ojos llenos de reproches.
Porque escucho todos los podcasts, leo todos los medios y trato de leer cada artículo que se me cruza y que pretende explicar lo que realmente está pasando en Gaza. Escucho las historias contadas en primera persona de quienes viven día a día los ataques, trato de memorizar las cifras, veo las entrevistas a los embajadores de ambos lados, leo columnas de internacionalistas que juran saber todo lo que hay que saber, hablo con colegas, con amigxs, con familia, veo los videos en Twitter que uno jamás debería ver... Y ahí, en Twitter (todavía me cuesta llamarlo "X"), veo las opiniones que tenemos todxs sobre el conflicto entre Palestina e Israel. Décadas de conflicto reducidas a 240 caracteres porque sentimos que es URGENTE.
¿A quién condenas?, ¡ya!.
¿Qué víctimas lloras?, ¡ya!.
¿Quiénes son los terroristas y quiénes los buenos?, ¡ya!
Uno, dos, tres: ¡opinen todxs ya!
Sucede que me canso, por un rato, de ser periodista y, peor aún, de leer periodismo. O al menos de sentir que, a pesar de lo que haga, nunca termino el día con la sensación de haber hecho todo lo que pude para comprender. Nos pasa a todxs. No siempre, no todo el tiempo, pero hay días en que sentir la obligación de leer periodismo se vuelve eso: una obligación y un peso. El sentimiento de tener que arrastrar las narices por los ríos de información y trinos indignados solo deja atrás la fatiga.
La infoxicación: la terrible resaca de tanta información, el hartazgo de las noticias, la sensación de haber tragado demasiado en el momento menos oportuno.
Y sus efectos no son menores: la saturación de información produce ansiedad y fatiga física y disminuye sensiblemente nuestra capacidad de tomar decisiones. Tal vez esa sea la explicación detrás de algunos trinos de un presidente al que, de cuando en cuando, le vendría bien dejar el teléfono en la mesita de noche.
Quise, para este editorial, buscar artículos que ofrecieran pistas para sobrevivir a la infoxicación, y terminé infoxicado después de leer un par de notas que solo me proponían tareas:
1. Prioriza la información.
2. Usa la tecnología para guardar información que no necesitas de inmediato.
3. Date pausas activas.
4. Lee en horas específicas.
Como dijimos en nuestra entrega anterior de este Boletín, la ardua tarea del autocuidado se convierte en una razón más para la ansiedad y el hartazgo. Un ítem más en la lista de tareas que no vamos a alcanzar a terminar.
Así que, como un periodista que muy de vez en cuando sueña con irse a sembrar tomates a algún lugar, solo tengo una recomendación con la que me siento cómodo: no lean tanto periodismo. No le crean a nadie que les diga que es vital entender a la perfección el dolor terrible de una guerra que ya ha dejado cientos de personas muertas.
No lean tanto periodismo, no siempre. No cuando la cabeza les pide calma. Busquen un punto medio entre atosigarse y seguir informadxs, y piensen en la información como se piensa en la nutrición: balanceada, diversa, con horarios saludables y porciones que no nos dejen rodando en el piso y pidiendo un sal de frutas.
O no: también pueden irse al extremo. Salir a caminar para “no ver establecimientos ni jardines, / ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores”.
Sucede que me canso de ser periodista.
#NoSiempreCasiNunca.
Pero pasa.
Alejandro Gómez Dugand, director de La Liga.
En tiempos de infoxicación
La actual avalancha de información en medios de comunicación y redes sociales puede generar confusión, miedo y desinformación que dificultan la toma de decisiones informadas. ¡Estamos en la infodemia, la pandemia reina de la infoxicación! En donde más que nunca debemos ser consumidores críticos de información, por eso en esta entrega quiero recomendarles trabajos de tres medios aliados de La Liga que nos pueden hacer pensar sobre cómo operan la desinformación y el exceso de contenido en diferentes canales.
Los periodistas ante el dolor
En este artículo de Cerosetenta, Juan Pablo Aranguren, psicólogo e investigador del dolor de la guerra en Colombia, habla sobre cuando los periodistas se enfrentan a relatos de sufrimiento durante el proceso de reportería. Aranguren subraya cinco pilares clave para una entrevista respetuosa: la disposición a escuchar, la validación de la narración, la comprensión del contexto emocional, la consideración de las necesidades del entrevistadx y la minimización del posible daño emocional. ¡Qué difícil es lidiar con información difícil! Y qué necesario es tener un enfoque periodístico ético que reconozca las experiencias de lxs otrxs.
Verdades en el mar de información
¿Se acuerdan cuando, durante la pandemia, decían en redes que los tapabocas incubaban el cáncer? ¿O que si el paro nacional duraba un mes habría que volver a hacer la constitución? Según los chequeos de ColombiaCheck, ambas resultaron siendo falsas. Y es que esto no para. Ahora, con el exceso de información sobre el conflicto entre Israel y Palestina se ha dado la oportunidad perfecta para que crezca la infoxicación. Por ejemplo, este video en el que internautas afirman que “los paracaidistas de Hamas aterrizaron en Israel” se hizo popular en redes sociales. Aunque sí hubo paracaidistas en el ataque de Hamas, este video fue grabado días antes en El Cairo, Egipto.
Entre la desinformación y la misinformación
En este video Rutas del Conflicto explica la diferencia entre desinformación y misinformación. La misinformación es como cuando tu primo te dice que vio una nave alienígena aterrizando frente a su casa. Ahí sabes que él sólo quiere impresionar, pero que probablemente lo que vio fue un avión. Tu primo sabe que no vio nada fuera de lo común, pero quería hacerte creer que sí. Por otro lado, la desinformación es como cuando un amigo te cuenta que hay un nuevo sabor de pizza en ese lugar del barrio que tanto les gusta. Cuando llegan te das cuenta que no hay ningún nuevo sabor y que tu amigo obtuvo y compartió esa información sin antes verificarla, pero sin mala intención.
Nicoll Fonseca, gestora de redes.
Yo recomiendo
Mi ‘dieta’ informativa se compone de un variado menú de opciones que a veces me hace pensar en la necesidad de bajarle a mi consumo de realidad y optar por dosis poderosas de ficción.
Pero, hoy, volvamos a la dieta: contenidos que me sirven para lo básico, es decir, ponerme al tanto de lo que está pasando: escucho radio colombiana en las mañanas, podcast españoles, gringos, brasileños, colombianos y ecuatorianos (mientras cocino, lavo los platos, camino o me tomo una copa de vino, todo depende del tema del podcast), le doy una ojeada a Twitter, Instagram y Tik Tok (y, a veces, me arrepiento porque termino impresionada, indignada o en un bucle de publicaciones que luego, pienso, habría preferido no ver). Otras veces, me encuentro con pequeñas joyas de lectura, reportajes reveladores, hilos explicativos, collages con frases enmarcables, videos cortitos e interesantes, y también recomendaciones de otros newsletters a los que estoy suscrita.
En medio de ese abundante aunque no siempre nutritivo menú, esta semana rescaté tres contenidos de otros que hicieron recomendaciones en medio del caótico y desesperanzador mundo en el que estamos, y que acá les comparto:
En el boletín de Altaïr Magazine recordaron varios libros para entender (o tratar) el conflicto palestino-israelí, incluida la novela gráfica Notas al pie de Gaza, del periodista y dibujante Joe Sacco. En un intento del autor por adentrarse en un episodio trágico de 1956 que pasó casi desapercibido a nivel internacional, se sumerge en la vida cotidiana de Rafah y Khan Younis, al sur de la Franja de Gaza, y revela lo sucedido hace más de medio siglo.
En este tuit, el escritor y crítico Jorge Carrión reunió cuatro series que ayudan a acercarse a lo que pasa en Palestina e Israel: Fauda (Netflix), Hatufim (Apple Tv), Valley of Tears y Our Boys (HBO).
Y en el mar de desinformación que atravesamos fue de gran ayuda encontrarme con este hilo de la periodista María Ramírez, donde recomienda medios especializados en verificar información online sobre lo que está ocurriendo en Israel y Palestina, y aportar contexto: Maldita, Newtral y Bellingcat, y este artículo de Wired, sobre el nivel sin precedentes de información falsa y otras perlas que han estado circulando por Xtwitter.
Jeanneth Valdivieso, editora y periodista.