02 I Cuando el periodismo cuenta, pero no alcanza
En el periodismo solemos construir historias uniendo retazos de la realidad: escogemos las mejores citas de nuestras fuentes para hilar un relato; describimos escenas de lo que observamos, citamos versiones oficiales para tiempo después descubrir que contenían mentiras y también incluimos un dato que dé cuenta de la dimensión de ese algo que contamos. Como esa cifra del horror tan conocida en Colombia: 6.402 “falsos positivos”, una frase que hemos usado –a falta de una mejor y más precisa– para referirnos a personas inocentes que fueron asesinadas por el Ejército haciéndolas pasar por guerrilleros muertos en combate.
Y, a veces, todo eso no basta. Lo sentí esta semana mientras escuchaba las audiencias de la JEP sobre el caso de Dadeiba, Antioquia, y la piel se me erizaba y el corazón me apretaba. El cuerpo me hablaba mientras oía a ocho militares reconocer su responsabilidad en el asesinato y desaparición forzada de 49 habitantes de ese municipio, Ituango y Medellín entre 2002 y 2006, y mientras veía las fotos de algunas de las víctimas y escuchaba a sus familiares.
Tuve varias veces ganas de llorar y también tuve varias veces ganas de ‘quemar’ algunos “deber ser” del periodismo. Después de 20 años (¡20 años!), los militares daban la cara en un acto público y reconocían que esas personas no eran guerrilleros, admitían que alteraban reportes oficiales, que mentían e inventaban alias. Avergonzados exponían su modus operandi y pedían perdón.
Entonces pensé que lo mejor no era escoger las citas de los militares, sino escuchar de inicio a fin los relatos con todos sus detalles, que hacían aún más real una narración que parecía ficticia y que se había convertido en una práctica sistemática en este país. Lo ideal no era resumir las audiencias con los segmentos más destacados y las citas más impactantes para presentar en el noticiero o hacer una nota en la web. Esos serían buenos intentos por contar estos episodios, pero siento que no le hacen verdadera justicia a todo lo que se contó. Ojalá no solo lxs periodistas y lxs involucradxs e interesadxs en estos casos escucharan las audiencias. Aunque la de Dabeiba se transmitió en vivo por primera vez en medios públicos, no estoy segura del alcance que tuvo. ¿A quién le corresponde el esfuerzo de que todo esto se conozca más entre la población? ¿Cómo hacemos ‘virales’ –para usar la palabra de estos tiempos– estos acontecimientos?
Hay que seguir el hilo minuto a minuto de lo que se va narrando en la audiencia para sentir realmente el escalofrío, el asombro, la empatía, frente a estos casos que están aportando verdad; pero que también traen nuevas preguntas y una cadena larga de pasos a seguir: de los 49 personas encontradas en fosas comunes en el cementerio Las Mercedes, de Dadeiba, se han identificado 11 restos y se han entregado a las familias. Se cree que 17 corresponden a habitantes de calle llevados con engaños y luego asesinados. En la audiencia también se dijo que hay otros casos, relacionados con los mismos militares, en otro cementerio de la región: en Carepa, y así debe haber otros tantos casos. Fueron 6.402 “falsos positivos”, según la JEP, así que el camino para saber lo que ocurrió y seguir la búsqueda e identificación, es largo. Pero al menos ya se inició.
La paradoja es que estoy cuestionando la elección de citas para narrar hechos y voy a terminar haciéndolo, porque qué más: así es el periodismo y no encontré una mejor forma de rematar este escrito. En la audiencia del pasado miércoles, el mayor (r) Yair Leandro Rodríguez terminó su intervención dirigiéndose a la esposa de uno de los hombres asesinados el 18 de mayo de 2002 y acusados de guerrilleros, a la que tenía enfrente. Inhaló y dijo: “Señora Rubiela: lamento ser el causante de la muerte de Edison Lexander Lezcano Hurtado, su esposo, que ya no le pueda cantar los vallenatos en la mañana”. En la transmisión en vivo, se enfocó a la señora Rubiela y allí estaba ella llevándose la mano a la cara e inclinándose sobre la mujer que tenía al lado, con quien se refugió para llorar. Imaginé que en algún encuentro previo, como parte del proceso de acompañamiento de la JEP, víctima y victimario tuvieron oportunidad de hablar de ese tipo de cosas cotidianas. No lo sé. Solo imagino.
Los relatos de estos militares han sido tan contundentes que incluso quienes por años han negado los “falsos positivos” tendrán que recoger sus palabras. El mismo Centro Democrático había usado el caso de Lezcano Hurtado para desestimar las ejecuciones y las fosas de Dabeiba. Llegaron a decir que eran “fake news”.
Todo el mundo en este país debería ver estas audiencias –largas, pero reveladoras– de inicio a fin, para entender mejor cómo ha funcionado este país por años. Pero también para descubrir cómo se corrompe el ser humano o cómo se justifica lo que parece descabellado.
Y ahora sí termino con otra cita –¡qué más da!– del sargento (r) William Capera, quien invitó a exmilitares en su misma situación a acogerse a la JEP: “Las personas a las que les hicimos daño merecen saber la verdad. No solo las personas, Colombia entera. No sigan siendo esclavos del silencio, porque a pesar de que uno guarde silencio, esto mata, enferma”. No seamos “esclavos del silencio”. Esa frase me tocó. Dos de los comandantes de los ocho que reconocieron siguen callando.
PD: Acá comparto los dos episodios públicos ante la JEP sobre Dadeiba: 1 y 2.
Jeanneth Valdivieso Mancero, editora y periodista de La Liga.
Lo Dadá y lo Gagá
“No se puede utilizar la jerga y tener oído para ella. La jerga es, de hecho, un lenguaje académico o periodístico que permite a los especialistas disfrutar de su autoridad. Destruye irremediablemente la polifonía y disuelve los enunciados originales en la repetibilidad inservible de las afirmaciones.”
Seloua Luste Boulbina
Le Singe de Kafka et autres propos sur la colonie (Sens Public, 2008).
El martes Jeanneth y yo estuvimos en DIOSA, una cervecería muy instagrameable. Pero estábamos trabajando, no parchando, obvio. Bueno, parchando un poquito, porque el plan estuvo tre-men-do, las cervezas son deliciosas, también las empanadas. Además hacen eventos chéveres bastante seguido y la cervecería tiene una sede de Matorral Librería incluída. Con ayuda de Fescol, hicimos un taller dirigido por Pere Ortín, periodista y autor del libro Periodismo Dadá y aprovechamos ese espacio tan lindo.
“¿Quejesa vainaaaa?”
No se preocupen, yo estaba igual que ustedes, pero ahora me siento iluminada(dá). No les voy a hablar de dadaísmo porque por ahí ya pasamos todxs en la universidad, pero es que esto que propone Pere es otra cosa, no lo había visto antes. El periodismo tiene retos y, como yo soy gestora de audiencias y hago divulgación periodística, esto me involucra también. Auch.
Uno de los mayores retos del periodismo actual es que la gente ya no quiere leer. Queremos, me incluyo, todo light y desmenuzado para que sea más fácil de digerir. ¿El problema? A lxs periodistas aún les encanta la indigerible bandeja paisa de cinco cuartillas antes de dormir.
El periodismo Dadá surge como contrario al periodismo tradicional (al que Pere llama Gagá) y a partir de imágenes y palabras, cuenta historias. No se trata de ser aesthetic para Pinterest, sino de transmitir en otros formatos y tratar de articular conceptos complejos en una nueva forma de arte. La entrega final del periodismo Dadá comunica desde y hacia los sentidos: ¿Cómo se ven, se escuchan, se sienten, huelen o saben las historias?
“¿Y entonces tú por qué no hiciste un collage en vez de este texto?”
Respuesta corta: estudié literatura y no puedo dejar de ser Gagá en tres días (broma no tan broma). Pero también estudié narrativas digitales, entonces sí hice collage. No para este boletín, pero sí para contarles en nuestras redes un poquito del taller. Me divertí (en realidad lo amé).
Tic, tac, tic, tac.
Bueno, la verdad es que tampoco hice collage para este boletín por falta de tiempo. El periodismo Dadá y el collage requieren tiempo y, como dijo Nathalia Guerrero de Manifiesta Media, “tiempo es lo que menos tenemos en el periodismo”. Ya sea por deadlines de historias que envejecerán pronto, como este taller; o por la inmediatez mega inmediata que pide este mundo. Yo quiero más Dadá, más tiempo, y el mundo también lo necesita.
Las recomendaciones del recomendado
En el taller, Pere nos dejó recomendaciones cool, entre ellas a Seloua Luste, a quien cité al inicio. Les dejo las descripciones y ustedes mismxs toman la decisión de cuál o cuáles quieren ver. Todas valen la pena, pero como sabemos que tienen poco tiempo y les prometimos ser chéveres, les ahorro minutos con una breve muy breve descripción.
Experiencia multimedia sobre un recorrido “literario y sentimental” por los desiertos de Sonora, narrado por Paty Godoy, quien vivió la experiencia de regresar a su hogar en el noroeste de México.
Experiencia multimedia sobre los cuerpos encontrados en la vereda la Inmaculada en agosto de 2001. Uno de ellos, Liberto Antonio Pineda, fue identificado. Sin embargo, lo enterraron en el lugar y lo dejaron allí durante veinte años. ¿Por qué, si estaba identificado, no lo entregaron a su familia?
Podcast español que habla de temas tabú, de esos silencios “sobre los que se construye un país”. ¿Mi episodio favorito? Jadiya. ¿Por qué? Le entregan la grabadora a la entrevistada y le permiten contar su propia historia.
Espero que les guste y sean más dadá. Nosotros en La Liga lo intentaremos. Lkm (los keremos mucho, en idioma twitter).
Nicoll Fonseca, gestora de audiencias de La Liga.
Cita a ciegas
Ya saben que acá, en #ElBoletínLiga, les vamos a contar semana a semana en qué andan los 16 medios de La Liga. Esta vez lo vamos a hacer así, con una cita a ciegas. El juego es simple, les vamos a dejar un párrafo de notas de los aliados, pero sin decirles título, tema, ni el nombre del medio que lo publicó. Si le gusta, da clic para ver el resto. Amor a primer párrafo:
“Antes de salir huyendo con el inri de ser trans —y por ende, “sidosa”— a cuestas, Sandra y otras mujeres alcanzaron a reunirse con comandantes de las Águilas Negras en Barrancabermeja para preguntarles el porqué del panfleto. “Nos dijeron que la comunidad ponía quejas de que nosotras éramos viciosas, que éramos ladronas y que nos metíamos con los niños y los maridos”. 🤔 Quiero seguir leyendo.
“Gonzalo dice que pescarán 100 kilos, Wilmar dice que 70 y Nilson, incrédulo asegura que serán apenas 50. Con sigilo apagan la nave. Es el momento de la paciencia. El espinel no se recoge de inmediato. Es mejor esperar a que empiece a despuntar el amanecer. El sol aún dormido, envuelto entre nubes, escasamente se asoma, entonces el grupo inicia el rito de la fuerza”. 🙂 ¡Ufff, quiero más!
“El mismo 34.986 donde reposan desnudas las pruebas que demuestran que Juan Guillermo Monsalve sí fue miembro a sueldo de las Autodefensas cuando el expresidente Álvaro Uribe y su familia eran los dueños de esa hacienda. Un testigo que no han podido asesinar y que se atrevió a decir que en esa finca nació un ejército privado, llamado Bloque Metro”. 😮 Uyyy, clic clic clic.
Yo recomiendo
La noticia del año, el rescate exitoso de los niños huitotos perdidos en la Amazonía, hasta ahora había mantenido el foco en la actuación de los militares y su colaboración con la Guardia Indígena durante la búsqueda. Pero sabemos muy poco o nada sobre esos héroes hasta ahora anónimos: los voluntarios que patearon la selva detrás de los chicos.
Esta pieza publicada por The New York Times retrata el estilo de vida de cuatro rescatistas en Puerto Leguízamo, Putumayo. El relato cuenta la larga historia de resistencia civil que estos hombres han sostenido frente al narcotráfico y los diversos grupos armados que asolan la Amazonía colombiana. Pero también retrata la difícil adaptación de sus comunidades a las condiciones de violencia y ausencia estatal que soportan los pueblos indígenas.
Estos hombres saben cómo rastrear a otros supervivientes porque ellos mismos lo han sido.
Sinar Alvarado, coordinador editorial de La Liga.